Son mensajes llenos de palabras de amor pero donde también hay miedo.
Joaquín “El Chapo” Guzmán y una de sus amantes, la exlegisladora Lucero Sánchez, se enviaron numerosos mensajes en el 2012 donde detallan la logística diaria de la compra y envío de marihuana y en los que ella expresa su devoción por él.
Sin embargo, el temor al narcotraficante mexicano también está presente.
“Yo no quería que desconfiara de mí”, aseguró Sánchez esta semana durante el juicio a Guzmán que se celebra en Brooklyn. “Me podía hacer daño”.
Los mensajes entre ambos son parte de la evidencia presentada contra Guzmán porque éste instaló un software para espiar a Sánchez en el teléfono de ella. Todos sus mensajes quedaban registrados.
“Yo quiero que usted esté orgulloso de mi en todo momento y yo sé que lo está. Lo amo más que a mi vida”, le dice en un momento dado la mexicana a Guzmán.
La relación que describió Sánchez en la sala del tribunal es tortuosa: ella, por un lado, quiere al narcotraficante pero trabaja para él con temor de defraudarle y pagar las consecuencias. La mexicana, de 29 años, parece atrapada en una relación que comenzó en 2011 pero que nunca realmente llegó a terminar, explicó.
“La mentira es la que acarrea malestar”, le dice Guzmán a Sánchez en un momento dado. “Tú nunca eches mentira y siempre te verán bien, amor, eso siempre recuérdalo que te lo dije porque te amo. Aunque cometas algún error no lo niegues y siempre andarás feliz y te apreciará la gente. Te amo”.
La testigo fue legisladora en el estado de Sinaloa desde el 2014 hasta el 2016. Sánchez fue arrestada en el 2017 mientras intentaba cruzar la frontera a Estados Unidos. Se declaró culpable de narcotráfico en una corte de Washington DC en el 2018 y está esperando su sentencia.
Mientras Guzmán veía a Sánchez, estaba casado con Emma Coronel, con quien tiene dos hijas pequeñas. Coronel ha acudido a la sala del juicio casi cada día y ha traído a las niñas en alguna ocasión.
La testigo no dejó claro cómo conoció a Guzmán, pero dijo que él le enviaba teléfonos para que ambos pudieran hablar y enviarse mensajes a través de Blackberrys. Guzmán, dijo, la introdujo en el negocio de tráfico de marihuana. Sánchez le envió de forma regular al menos 400 kilos en avión durante un tiempo.
Durante su testimonio, Guzmán no miró mucho a Sánchez y permaneció sereno, mirando más a los miembros del jurado. Sin embargo, los nervios de Sánchez eran claros: rompió a llorar tras un descanso de la tarde. El juez Brian Cogan tuvo que retrasar el retorno del jurado a la sala unos 10 minutos para que Sánchez pudiera recomponerse.
Guzmán, uno de los narcotraficantes más conocidos que existen y ex líder del cartel de Sinaloa, se ha declarado inocente de supuestamente acumular una fortuna multimillonaria a través del tráfico de toneladas de cocaína y otras drogas desde México a Estados Unidos. De ser encontrado culpable enfrentaría una posible sentencia a cadena perpetua.
Sánchez dibujó un corazón con el número 4 dentro en cajas llenas de marihuana que envió a Guzmán.