Egipto ejecutó el miércoles a nueve supuestos miembros de la Hermandad Musulmana condenados por participar en el asesinato del máximo fiscal del país en 2015, informaron las autoridades.
Los nueve fueron hallados culpables de participar en el atentado que mató a Hisham Barakat, el funcionario gubernamental de mayor rango asesinado por los insurgentes islamistas desde el derrocamiento del divisivo presidente islamista Mohamed Morsi en 2013, un año después de su elección.
Las fuentes gubernamentales, que hablaron bajo condición de anonimato porque no estaban autorizados a informar a la prensa, dijeron que a las familias de los hombres les pidieron recoger sus cadáveres de una morgue en El Cairo.
Un total de 15 personas han sido ejecutadas en Egipto desde que comenzó el año. Tres fueron colgadas a principios de mes por su participación en el asesinato del hijo de un juez en 2014 en el pueblo de Mansoura, en el delta del Nilo. Las autoridades ejecutaron a otros tres por el asesinato de un policía en El Cairo en septiembre de 2013.
Organizaciones de los derechos humanos criticaron las ejecuciones, alegando que los hombres fueron sentenciados a muerte después de torturas y palizas para obtener confesiones.
Según organizaciones humanitarias, las autoridades han ejecutado al menos a 165 personas desde julio de 2013, de las cuales al menos 32 fueron ejecutadas entre enero y noviembre de 2018.
Al realizar las ejecuciones, Egipto demostró un “desprecio absoluto por el derecho a la vida”, declaró Najia Bounaim, directora de Amnistía Internacional para el norte de África.
“La comunidad internacional no debe permanecer callada ante este aumento de las ejecuciones. Los aliados de Egipto deben adoptar una postura clara y condenar públicamente el uso por parte de las autoridades de la pena de muerte, el castigo más cruel, inhumano y degradante”, afirmó.