Las autoridades migratorias estadounidenses cerraron temporalmente sus puestos de control en autopistas de Nuevo México y de gran parte del oeste de Texas, luego de reasignar sus agentes y utilizar los puestos avanzados para ayudar a procesar al creciente número de centroamericanos que llegan a la frontera con México.
Los controles, ubicados a unos 160 kilómetros de la frontera, están pensados para ser la última capa de defensa ante las entradas ilegales.
“Debido al volumen, procesamos (a los migrantes) donde hay espacio disponible”, dijo la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP por sus siglas en inglés).
Los conos de tráfico de color naranja empleados para desviar el tráfico de la Interestatal 10 a los puestos cubiertos por un techo al oeste de Las Cruces, Nuevo México, bloquean ahora la entrada, indicando a los conductores que ya no tienen que detenerse. Los controles están cerrados en todo el sector de El Paso, Texas, controlado por la CBP, que se extiende a lo largo de 429 kilómetros de frontera en Texas y Nuevo México.
La inusual medida, reportada por primera vez por Texas Monthly, se adoptó mientras el gobierno de Donald Trump alerta de la situación de crisis en la frontera, lo que ayuda a justificar la decisión del presidente de declarar una emergencia nacional y liberar fondos militares para financiar la construcción de un muro. El comisionado de la CBP, Kevin McAleenan, visitará El Paso, Texas, el miércoles para discutir “el drástico incremento de los cruces ilegales”.
Las detenciones en la frontera mexicana subieron a 66.450 en febrero, un 149% más que en el mismo periodo del año anterior, ante el incremento en la llegada de familias centroamericanas en busca de asilo. Tras años de calma, El Paso se ha convertido rápidamente en el segundo corredor para entradas ilegales más concurrido, por detrás del Valle del Río Grande, en Texas, donde el número de arrestos en febrero fue unas ocho veces mayor que en 2018.