A eso del medio día llegó corriendo una señora gritando, indicándonos que le fuéramos a auxiliar ya que un perro estaba atacando a un niño… inmediatamente nos destacamos en esta unidad y al entrar a la vivienda vimos una escena desgarradora… dos perros pitbull atacaban a un niño, la primera impresión que tuve es que el pequeño estaba fallecido”.
Así es como recuerda el galonista César Augusto Pérez la emergencia que atendió junto a otros compañeros el pasado sábado en Chinautla. Junto a la ambulancia en donde trasladaron al niño, el socorrista narra la experiencia, que es de esas “que lo marcan a uno para siempre”.
Con una voz quebrada en algunos momentos, el socorrista cuenta que su compañero y él no escatimaron esfuerzos por salvar al niño que estaba entre los dos animales. Fue difícil incluso por el ambiente de tensión que había en el lugar, las demás personas estaban en un estado de histeria, indicó.
Al niño lo subieron a la ambulancia con serias heridas en su cabeza y al llegar al hospital ya no tenía ritmo cardíaco. “Yo sentía que mi ambulancia no corría más… entré en un sistema nervioso, sentía que mi cuerpo temblaba”, cuenta.
Relata que tanto él como sus compañeros se quedaron ahí por varios minutos, y vieron cómo los médicos realizaban sus maniobras hasta lograr que el corazón del niño volviera a latir. “Créame que desde ese día, a pesar de que uno es bombero, también tiene sentimientos y no es solo de ir a tomar una persona herida, también uno piensa en los familiares”.
El galonista cuenta que tuvo la intención de pasar a la vivienda para preguntar por el estado de salud del pequeño pero por sus ocupaciones en la entidad bomberil no pudo, fue hasta hoy que se enteró del deceso del niño por comentarios de los vecinos. “Cosa muy dura pero a la vez le doy gracias a Dios, porque el niño está en un lugar muy hermoso. Me pongo a pensar que si él hubiera vivido saber cómo habría quedado”.
El accidente
El sábado, Jose Alejandro Chacón Paiz, de 4 años, jugaba en el patio de su casa, en la que viven más familiares, junto a otro niño. Según versiones que se conocieron después, los pequeños se pusieron a pelear en pleno juego y al parecer José Alejandro pasó una baranda que los separaba de los perros… ahí fue cuando ocurrió el ataque. “Talvez fue el instinto de los animales al ver pelear a los niños, lo que les movió a atacarlos”, dijo el galonista que en sus años de experiencia no había visto un caso como este.
Después de tres días en el hospital, el pequeño José Alejandro dejó de luchar y hoy está en un mejor lugar al lado del Creador.