Aunque queda muy poco de las historias de los filisteos relatadas por ellos mismos, el ADN antiguo de esqueletos de la Edad de Bronce y la Edad de Hierro descubiertos en las ruinas que rodean la ciudad portuaria de Ascalón, en Israel, proporciona pistas acerca de los orígenes misteriosos de este pueblo que desapareció hace mucho tiempo.
Un equipo de arqueólogos y genetistas que ha pasado más de 30 años excavando la ciudad recuperó, por primera vez, información genética de diez esqueletos de Ascalón de entre 3600 y 2800 años de antigüedad, aproximadamente.
Sus análisis sugieren que los filisteos de principios de la Edad de Hierro compartieron cierta herencia genética con los cazadores-recolectores del sur de Europa del periodo Mesolítico, o Edad de Piedra. Eso aporta evidencia genética a la idea de que personas que migraron hacia el este desde el Mediterráneo navegaron hasta las costas del Levante y contribuyeron al inicio del pueblo filisteo.
Los arqueólogos se han preguntado desde hace mucho tiempo acerca de los orígenes de los filisteos, quienes se cree que se establecieron en el Levante aproximadamente en el siglo XXII a. C. y que vivieron ahí hasta su destrucción a manos de los babilonios en el año 604 a. C. La Biblia hebrea menciona que provenían de “Caftor”, que algunos arqueólogos creen que podría haber estado ubicada en lo que actualmente es Creta, aunque algunas interpretaciones modernas de los textos egipcios antiguos sugieren que eran el pueblo de los “peleset”, unos invasores marítimos relacionados con un grupo conocido como los “pueblos del mar”.
A partir de estos textos y otros restos arqueológicos, algunos científicos e historiadores han argumentado que la aparición de los filisteos fue el resultado de una migración en masa de un territorio específico, como Chipre o Anatolia, mientras que otros afirman que llegaron de distintos lugares del Mediterráneo. No obstante, otros han argumentado que los filisteos siempre estuvieron en el Levante y algunos más han sugerido incluso que eran piratas.
Ahora por fin tenemos pruebas directas para sustentar esta idea clave: ¿De dónde venían los filisteos? Vinieron de fuera de esta región, llegaron del oeste, a través del Mediterráneo.
La pista genética que llevó a su conclusión se encontró en el ADN recolectado de los cráneos de cuatro niños de principios de la Edad de Hierro enterrados debajo de los pisos de sus casas de finales del siglo XXII a. C. en Ascalón. Master afirmó que, debido a las condiciones en las que fueron enterrados, lo más probable era que los niños, sin ningún parentesco entre sí, fueran filisteos nacidos en Ascalón y no inmigrantes.
Sus colegas hicieron un análisis al ADN antiguo y descubrieron material genético europeo, lo que indica que los ancestros inmediatos de los niños pudieron haber llegado de algún lugar del sur de Europa.
Los investigadores aseguran que no podrían señalar todavía específicamente si estas personas llegaron de Grecia, Cerdeña, Creta o algún otro lugar.
El equipo también recuperó ADN de tres cuerpos de individuos de la Edad de Bronce encontrados en un antiguo cementerio de Ascalón, quienes probablemente vivieron ahí antes que los filisteos y que fueron datados con radiocarbono en el periodo entre 1746 y 1542 a. C, aproximadamente. Estos cuerpos no mostraron la misma firma genética derivada de Europa que se vio en los niños, lo cual le da al equipo una comparación genética entre las personas de Ascalón de finales de la Edad de Bronce y las de la Edad de Hierro, cuando hubo un notorio cambio cultural.
En los siglos posteriores, la mezcla de la población redujo la firma genética del sur de Europa en la población filistea, pero la identidad del grupo como filisteos siguió siendo clara en los textos antiguos.
Se encontró evidencia de este proceso en ADN extraído de tres esqueletos filisteos de un cementerio de finales de la Edad de Hierro, aproximadamente de los siglos X y IX a. C. En estos tres adultos, los investigadores no encontraron los mismos marcadores genéticos europeos que vieron en los niños. No obstante, las condiciones del entierro evidenciaron que tanto los niños de principios de la Edad de Hierro como los adultos de finales de la misma pertenecían a la cultura filistea, de acuerdo con el equipo.
Lo que más me sorprendió fue ver que doscientos años más tarde esta marca europea desapareció casi por completo.