El caso de Mandy Stavik, una universitaria de 18 años que apareció muerta el 27 de noviembre de 1989 después de salir a correr el Día de Acción de Gracias en Acme, Washington, EE.UU., se resolvió gracias a la conversación de dos mujeres que compartieron sus sospechas sobre el posible asesino 30 años después.
Ambas madres tuvieron esa charla cuando se encontraron en un parque acuático y ofrecieron entrevistas respecto a este crimen durante un programa especial que la cadena estadounidense CBS emitió el pasado 30 de noviembre.
Stavik fue violada, golpeada y ahogada en un río y su cuerpo fue encontrado tres días después de su desaparición. A pesar de tener las muestras de ADN del agresor, los detectives no pudieron encontrar al asesino.
El caso quedó en punto muerto hasta 2013, cuando Merrilee Anderson y Heather Backstrom señalaron como posible sospechoso a Timothy Bass tras conversar sobre ese hombre: ambas mujeres estimaban que habría matado a esa joven porque las acosó posteriormente.
Tras esta declaración, la Policía investigó a ese varón, que tenía 52 años y trabajaba como conductor en una panadería ubicada a unos 30 kilómetros de Acme: recurrieron a una de sus compañeras de trabajo para obtener muestras de su ADN.
Esa mujer, Kim Wagner, se hizo con un vaso de plástico y una lata de Coca-Cola que utilizó Bass y las entregó a las autoridades: el ADN coincidió con las muestras obtenidas en 1989 y arrestaron a Bass el 12 de diciembre de 2017.
La sentencia
El Tribunal Superior del condado de Whatcom declaró a Timothy Bass culpable de secuestrar, violar y asesinar a Mandy Stavik tras un juicio de tres semanas que terminó el 24 de mayo de 2019 y el condenado fue sentenciado a 27 años de prisión.
Este reo mantiene que es inocente y apeló su condena. A la espera de esa resolución, se encuentra encarcelado en el Centro Correccional de Clallam Bay.