Por: Karla Mejía
La necesidad es grande en cualquier lugar de Guatemala, los vendedores informales han decidido dedicarse a lo que realmente les genera ganancias, y por ello ahora ofrecen mascarillas a los transeúntes y automovilistas.
Una pareja de adultos mayores tiene aún más problemas para enfrentar los efectos colaterales que provoca la crisis de Covid-19. Ante las restricciones impuestas en el país, no pueden salir a trabajar. Julio Osorio asegura no tener ingreso fijo que le permita comprar alimentos y ser lustrador de zapatos no le garantiza nada
“Ni las moscas se pararon el día que salí” nos mencionó, indicando que es infructuoso salir a la calle y laborar en lo que lleva años haciendo.
A poco metros se observa a dos niñas de entre 8 y 12 años, que a su corta edad ven con preocupación la situación. Se suman a los que necesitan un poco de dinero para sobrevivir, ayudando a sus padres vendiendo mascarillas.
Muchos aseguran necesitar ayuda y salir a las calles a trabajar, sabiendo que es un riesgo, sin embargo se les ha pedido por parte de las autoridades “aguantar” hasta que los casos disminuyan y pase la emergencia. Pero ellos agregan que es difícil conciliar el sueño con el estómago vacío y es más difícil quedarse en casa bajo la premisa de que la ayuda tocará a la puerta. Uno de ellos recalca “Si no morimos por el Covid-19, seguramente moriremos de hambre”.
El gobierno ha indicado que alrededor de 200 mil familias en situación de vulnerabilidad debido a su condición económica serán beneficiadas, pero estas aún tienen la incertidumbre al respecto y sumado a ello la preocupación de qué comerán y de dónde obtendrán los recursos para comprar al menos una libra de arroz y un sobrecito de café instantáneo.