Uno de los más afectados y desposeídos en medio de la pandemia han sido los ancianos, quienes son uno de los grupos con más riesgo de enfermarse y fallecer.
Miryam Cardilli, es una argentina de 61 años que hace un par de meses entró a trabajar a una casa de reposo en San Isidio, Buenos Aires, después de hacer un curso de cuidado de personas de la tercera edad.
Ahí conoció a Delia, una anciana de 93 años, con quien tuvo una conexión tan especial que decidió adoptarla. “Aprendí a curar heridas y empecé a notar cómo el estado emocional de los adultos mayores, porque no me gusta decirles ‘viejos’, influía positivamente en su evolución”, dice Miryam al diario Clarín.
“Cuando dicen que con esta enfermedad (coronavirus) van a desaparecer todos los “viejos” yo me pongo muy mal, se me estruja el corazón. Y desde que tengo a Delia en casa asumo esta responsabilidad de cuidar a un mayor, que es un vulnerable total”, comenta.
Un mes antes de la pandemia, la familia de Delia aceptó que esta se mudara con Miryam con el fin de que esta pudiese cuidarla. “Les dije que me la llevaba a casa a vivir conmigo, justo antes del comienzo de la cuarentena obligatoria. Le preparé una habitación, que acondicioné especialmente para ella y los cambios fueron notables”, narra.
Foto: Captura de video