En el marco del Día Internacional de las Mujeres Rurales, La Secretaría de Seguridad Alimentaria y Nutricional (Sesan), han reconocido que a pesar de la pandemia, siguen trabajando y desarrollando a sus comunidades para enfrentar la pandemia.
Sobre la resiliencia de las mujeres y las niñas, la Organización de las Naciones Unidas, indica que los problemas siempre han existido en su vida diaria a pesar de sus roles clave en la agricultura, el suministro alimentario y la nutrición.
Ahora, desde el Covid-19 y las necesidades de salud únicas en áreas remotas, les es menos probable tener acceso a servicios de salud de calidad, medicamentos esenciales y vacunas. Las normas sociales restrictivas y los estereotipos de género también pueden limitar la capacidad de las mujeres rurales para acceder a los servicios de salud”, destaca un comunicado.
Sugieren más apoyo
Diferentes investigaciones de esta organización, destacan que el trabajo de cuidados del hogar no remunerado que ha ido en aumento por la pandemia, por lo que recomiendan que en las aldeas remotas, especialmente en las más marginadas, “se necesitan medidas para aliviar la carga del cuidado y redistribuirla mejor entre mujeres y hombres.También se necesita abogar por servicios e infraestructuras básicas suficientes (agua, salud, electricidad, etc.) para apoyar el trabajo doméstico y de cuidados productivo y no remunerado de las mujeres, que se ve agravado por la crisis”.
En contexto
Las mujeres rurales-una cuarta parte de la población mundial- trabajan como agricultoras, asalariadas y empresarias. Labran la tierra y plantan las semillas que alimentan naciones enteras. Además, garantizan la seguridad alimentaria de sus poblaciones y ayudan a preparar a sus comunidades frente al cambio climático.
Sin embargo, ONU Mujeres informa que las campesinas sufren de manera desproporcionada los múltiples aspectos de la pobreza y pese a ser tan productivas y buenas gestoras como sus homólogos masculinos, no disponen del mismo acceso a la tierra, créditos, materiales agrícolas, mercados o cadenas de productos cultivados de alto valor. Tampoco disfrutan de un acceso equitativo a servicios públicos, como la educación y la asistencia sanitaria, ni a infraestructuras, como el agua y saneamiento.