Con una temperatura calurosa, que va desde los 30 a 33 grados centígrados, la aldea El Ceibo, Petén, se ha convertido en un escenario de retorno de migrantes, mayor, a lo que ocurre en los centros de retornados de Tecún Umán, San Marcos y de zona 13 de la ciudad capital.
Esta aldea, se ubica en el norte del país, es una zona fronteriza con Tabasco, México. Es un lugar remoto, a 133 km de La libertad Petén, a 31 km de El Naranjo o a 4 horas de distancia en vehículo, desde la Isla de Flores, y a la capital de poco más de 500 a 630 km, dependiendo la ruta que se tome.
Pero, para los que son de occidente, como San Marcos, les tomaría más de 14 horas para llegar a su hogar, por una de las rutas más cercanas. Esto en el caso de guatemaltecos, pero para hondureños, salvadoreños, nicaragüenses, o de otras nacionalidades, la situación es más compleja.
Con las deportaciones rápidas, El Ceibo, sigue representado una serie de complicaciones para los migrantes retornados que desean volver a su hogar.
No importa la edad
Al lugar están llegando niños, niñas, adolescentes, familias completas, hombres y mujeres, que vieron interrumpido su viaje y deseo de reencontrarse con familiares, trabajar y lograr una mejora económica. Pero, al ser retornados, todos, pasan por un camino lleno de barrotes de color blanco. Tan sólo son 10 metros de distancia entre el puesto de chequeo mexicano y la puerta de acceso a Guatemala.
A la salida los esperan, por lo general, entre uno y dos agentes policiales mexicanos y elementos del Instituto Guatemalteco de Migración.
“Nos engañaron, nos deportaron, sin decirnos más”
Este es el mensaje que expresa la mayoría de migrantes que ha sido deportado por vía aérea desde Estados Unidos, hacia Villa Hermosa, Tabasco, para luego ser trasladados por vía terrestre, en buses, hacia el puesto fronterizo con Guatemala.
¿Por qué hacia El Ceibo?
Organizaciones en favor de migrantes, y que han brindado su mano de ayuda con servicio de alojamiento, transporte, salud y alimentación, han detallado que este punto es estratégico. Primero por la cercanía de un aeropuerto para la recepción de aviones con una gran capacidad, lo que es viable para el uso del Título 42, y es más práctico que dejar a los migrantes en Tijuana, Matamoros o Tamaulipas, que son estados cercanos con Estados Unidos, lo que provoca que los ciudadanos vuelvan a intentarlo.
Otro elemento que se incluye, es que se suman al proceso de deportación, a todos aquellos que han sido capturados en estados mexicanos.
Asimismo, desde la terminal aérea hacia el Ceibo, se tiene una distancia de 259 kilómetros, poco más de 3 horas y media en vehículo.
Segundo, porque dicho punto es muy lejano para tratar de volver y emprender de nuevo la ruta del migrante. Lo que es de beneficio para el gobierno estadounidense y mexicano, pues al retornar, los ciudadanos no tienen dinero, y lo poco que tienen, no les sirve para volver a sus hogares, muchos de ellos tienen hijos, y la situación se complica aún más.
Otros volverán a intentarlo, por rutas como la Técnica, que va de Santa Elena, Petén hacia dicha aldea. Son 140 km de recorrido, tres horas de viaje, después se debe cruzar en lancha el río Usumacinta.
Otros lo podrían hacer desde la aldea Bethel, en donde hay 120 km desde ese punto hasta Santa Elena. Posteriormente, se atraviesa el mismo afluente antes mencionado para evitar los puestos de registro.
Sin embargo, el riesgo se eleva con asaltantes, grupos de coyotes, narcotraficantes y peligros naturales.
Sin infraestructura
Este punto fronterizo, no está diseñado para la recepción de deportados, carece de los servicios básicos para atenderlos, como sanitarios, servicios de alimentación gratuita o de comunicación.
Los extranjeros deben comprar, con lo poco que tienen, un chip de celular o alquilar teléfonos en las tiendas de la localidad para comunicarse con familiares. Asimismo, un plato de comida parte desde los 15 a 20 quetzales, sin bebida. Y el servicio de alojamiento va de 75 a 300 quetzales la noche.
A los alrededores y justo cuando los migrantes cruzan la frontera, pilotos ofrecen su servicio de bus, sin embargo, el pago es elevado, por lo que terminan endeudándose aún más.
Otro elemento que se suma es el corte de energía eléctrica que se realiza en la zona, siendo de 10 de la noche a 6 de la mañana, esto provoca que lejos de una luz, El Ceibo entre en completa oscuridad.
Con información del periodista Daniel Collín
Frontera El Ceibo en imágenes
“Pensé que me iban a llevar con mi familia en EE.UU. pero no fue así”, dijo una migrante guatemalteca retornada