Un reciente estudio de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) con el documento “Fortaleciendo las respuestas de salud mental a la COVID-19 en las Américas: un análisis de la política sanitaria y recomendaciones” indica que la pandemia Covid-19 ha tenido un “efecto devastador” en la salud mental en el continente americano.
“El mensaje es claro: hemos estado operando en modo de crisis desde el inicio de la pandemia”, afirmó el doctor Anselm Hennis, Director de Enfermedades No Transmisibles y Salud Mental de la OPS. “Además de manejar el miedo a enfermar y el trauma de perder a los seres queridos a causa del nuevo coronavirus, la gente de las Américas ha sufrido desempleo, pobreza e inseguridad alimentaria, y el impacto adverso en la salud mental ha sido generalizado”, destacó.
¿Quiénes son los más afectados?
-Sobrevivientes
Según el texto, las consecuencias para la salud mental de las personas que tuvieron covid será imborrable, ya sea por salvarse de la muerte o por perder a alguien muy cercano.
Los datos existentes sugieren que a un tercio de las personas que sufrieron COVID-19 se les ha diagnosticado un trastorno neurológico o mental”, dijo la autora principal del documento de la OPS, Amy Tausch. “Esperamos que el aumento de la carga de la salud mental pueda ser uno de los efectos más importantes de la COVID-19 a largo plazo”, explicó.
En las personas sin antecedentes psiquiátricos, el diagnóstico de COVID-19 se asoció con una mayor incidencia de un primer diagnóstico psiquiátrico en los siguientes 14 a 90 días.
La pandemia también ha contribuido a la recaída y a la exacerbación de los síntomas de salud mental en personas con condiciones preexistentes. Además, se descubrió que las personas con un diagnóstico reciente de un trastorno mental tenían un mayor riesgo de infección por COVID-19 y también una mayor frecuencia de resultados adversos, lo que representa un factor de riesgo adicional para el empeoramiento de la salud mental.
-Trabajadores sanitarios
Los trabajadores sanitarios y de primera línea, que se enfrentan a mayores riesgos físicos, altas exigencias laborales y estigmatización social, también se han visto muy afectados por la pandemia.
En mayo de 2021, el número de trabajadores de la salud que se habían infectado con COVID-19 en América Latina y el Caribe superaba los 1,8 millones, mientras que 9000 habían muerto a causa del virus.
Además, el 53% de los trabajadores de la salud pública de los Estados Unidos informaron de síntomas de al menos una condición de salud mental en las dos semanas anteriores, incluyendo depresión (32%), ansiedad (30,3%), estrés postraumático (36,8%) y pensamientos suicidas (8,4%). El estudio encontró altas tasas de depresión, ansiedad, estrés e insomnio entre los trabajadores sanitarios.
En marzo de 2020, más de 154 millones de niños (el 95% de los matriculados) en América Latina y el Caribe, estaban fuera de la escuela debido a la COVID-19. Un año después, 114 millones de estos niños aún no habían regresado a la escuela. Además del cierre de las escuelas, que altera las rutinas diarias, el aprendizaje y la socialización, los niños y adolescentes se han enfrentado a la pérdida de seres queridos y a una mayor adversidad en sus entornos familiares, incluido un mayor riesgo de violencia doméstica.
En 2020, el 27% de los adolescentes y jóvenes encuestados en América Latina y el Caribe declararon sentir ansiedad y el 15% depresión. Otro estudio realizado entre jóvenes de 15 a 29 años en países de América Latina y el Caribe descubrió que el 52% había experimentado un estrés más importante y el 47% tuvo episodios de ansiedad o ataques de pánico durante su cuarentena.
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