Reafirmándose como un fenómeno político, el joven empresario Nayib Bukele arrasó en las urnas para ganar las elecciones presidenciales de El Salvador y ahora promete que cambiará la antigua forma de gobernar. Para ello, dice, habrá un cambio drástico en las relaciones con Estados Unidos para que ambas naciones puedan ser aliadas y dejará en el pasado los oscuros acuerdos bajo la mesa.
Con su aspecto juvenil, cabello engomado, vestido con pantalón vaquero, camisa deportiva y su acostumbrada chamarra de cuero, el empresario de 37 años habló con AP en su oficina particular después de recibir a un grupo de salvadoreños que residen en Ontario, Canadá, y llegaron al país sólo para darle sus votos y lo visitaron para tomarse fotografías.
El gobierno de Donald Trump anunció hace unos meses que los salvadoreños amparados con el TPS tendrían hasta septiembre de 2019 para dejar el país o ajustar su estatus legal. El número de personas protegidas es apenas una parte de los 2,5 millones de salvadoreños que se estima residen actualmente en aquel país. Hasta el momento no se ha logrado una solución al problema y Bukele dijo que, “con actos del partido del gobierno con pancartas Yankee Go Home, o quemando banderas de Estados Unidos, es muy difícil tratar de negociar una salida, pero si les demostramos las señales correctas, yo creo que podemos negociar una salida para el problema en común que tenemos con el TPS”.
Bukele recientemente sostuvo una reunión con la embajadora de Estados Unidos en El Salvador, Jean Manes, y discutieron temas como el combate a la corrupción, la migración, y “cómo el mejor muro no es el de infraestructura de ladrillo o de hierro, sino que el mejor muro es generar oportunidades en nuestro país para que la gente no tenga que emigrar”. Asimismo, se abordó cómo pueden trabajar juntos para resolver el tema migratorio “de una manera humana”, generando oportunidades, desarrollando la economía, enviando señales positivas a la empresa local y extranjera para que traigan sus inversiones al país.
Bukele sostuvo que la mayoría de migrantes salvadoreños “no se van porque quieren”, sino porque no encuentran empleo, por inseguridad, porque están siendo extorsionados, “o por una combinación de todas esas”.
En cuanto a su gobierno, el presidente electo señaló que podría comenzar a formar coaliciones de apoyo que pudieran traducirse en votos para aprobar los proyectos que planea ejecutar. Sin embargo, asegura que no está dispuesto a gobernar como en el pasado, “porque eso sería caer en la trampa de la política vieja por la que la gente votó en contra”.