La afamada actriz sufrió una relación muy fría con su mamá y padrastro, lo que marcó su vida.
Barbra Streisand está preparando unas memorias que se deberían haber publicado en 2017, pero que dado su exigente nivel autocrítica todavía no pueden ver la luz. Muchos esperan saber cómo se forjó el mito, sobre todo los detalles de aquellos años antes de convertirse en una estrella.
La verdad es que la mayoría espera leer acerca de la tormentosa relación que mantuvo con su madre, Diana, fallecida en marzo de 2002. En una entrevista con la revista People en 1983, Barbra reveló detalles lúgubres de su infancia. Rememoró cómo cada noche dormía en la cama de su madre porque “nunca tuve un dormitorio para mí hasta los 16 años”, sino que “todo lo que tenía era una botella de agua caliente con un pequeño suéter. Esa fue mi muñeca”, confesó.
A la fría relación con su madre, se sumó desde que tenía 7 años la presencia de un siniestro personaje: un vendedor de automóviles de segunda mano llamado Lou Kind que pasaría a convertirse en su padrastro, puesto que su padre murió cuando ella tenía apenas 15 meses de vida, a raíz de una negligencia médica, consigna El País.
El recién llegado a aquel seno familiar ya hecho trizas la ninguneó desde un primer momento en favor de Roslyn, su nueva hermana pequeña. Y, por si fuera poco, la nueva pareja de su madre no cesó de burlarse de su físico. Aquello hizo mucha mella en la intérprete. Tanto es así que, en 1991, en el programa 60 Minutes de la CBS, se puso a llorar tras contarle a Mike Wallace “mi padrastro me ignoró. Nunca habló conmigo. Yo era apenas una niña y él me hizo sentir que yo era un ser horrible”. Esa misma noche relató que Lou hasta se negó a comprarle un helado porque la consideraba demasiado fea.
En 1996, Streisand también daba cuenta de la distante relación con su madre, cuando relató a The New York Times la reacción de su progenitora cuando le contó que quería ser actriz: “Bueno, no eres lo suficientemente guapa. Es mejor que te cortes las uñas y te conviertas en mecanógrafa para tener un trabajo”, le dijo la mujer a la joven Barbra. “Nunca me gustó cantar frente a mi madre porque siempre era vergonzoso. Nunca supe lo que iba a decir. Nunca tuve ese apoyo. Nunca lo experimenté. Y, ahora, cuando conozco a la familia de Jim (refiriéndose a James Brolin, con quien se casó en 1998) y me aceptan, me aman y me abrazan tanto, siento una gran calidez. No puedo explicarlo. Nunca había vivido eso”, recordó en aquellos años.
“Creo que a veces hay padres que realmente no se quieren a sí mismos ni tampoco les gusta su descendencia. Mi madre tenía buenas intenciones. Ella me amaba lo mejor que podía. Tenía sueños propios y quería ser cantante”, reveló Streisand. “Nunca me alabó a la cara, pero tengo la sensación de que sí lo hizo ante otras personas. No le gustaba el contacto físico. Nunca me abrazó o me dijo palabras como ‘te quiero'”, narró en 2014 al Daily Mail.
A pesar de que muchas personas intentaron minar su autoestima antes de alcanzar el estrellato, Barbra terminó desplegando su mayor arma: un talento innato tanto para el teatro como la canción y el séptimo arte.
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