Después de que tres años de confinamientos los llevaron al borde del cierre, el propietario del restaurante, Li Meng, y su esposa esperan que el negocio repunte después de que China haya retirado los severos controles implementados por el coronavirus.
A medida que las ventas se reactivan lentamente, se enfrentan a un nuevo reto: Los comensales desconfían de la ola de infecciones del país. El miércoles a las 8 de la noche, sólo tres de sus 20 mesas estaban ocupadas.
China se encuentra en un accidentado camino de vuelta a la vida normal, a medida que la gente regresa a las escuelas, centros comerciales y restaurantes tras el abrupto fin de algunas de las restricciones más severas del mundo, incluso mientras los hospitales están inundados de pacientes con COVID-19.
“Muchos siguen viviendo con cautela por miedo a infectarse”, afirmó Li. “Por ahora pueden posponer salir a cenar”.
En noviembre, el Partido Comunista gobernante empezó a suprimir las pruebas de coronavirus, la cuarentena y otras restricciones, en su intento de revertir una recesión económica cada vez más profunda.
La estrategia “cero COVID” confinó a millones de familias en sus casas durante semanas, cerró la mayoría de los viajes de entrada y salida de China y vació las bulliciosas calles de las principales ciudades. Eso mantuvo baja la tasa de infección, pero aplastó el crecimiento económico y avivó las protestas.
“La gente está volviendo al trabajo y he visto niños en los centros comerciales”, dijo Yang Mingyue, residente de Beijing de 28 años de edad. “Todo ha vuelto a la normalidad. Es realmente agradable”.
El partido gobernante se está uniendo a Estados Unidos y otros gobiernos para intentar convivir con la enfermedad en lugar de erradicar la transmisión. Ha lanzado una campaña para vacunar a los ancianos, algo necesario, según los expertos, para evitar una crisis de salud pública.
Los ciudadanos expresaron su malestar por la oleada de infecciones, pero acogieron con satisfacción el cambio de estrategia.
“Sin duda estoy un poco preocupado, pero para vivir hay que poder trabajar con normalidad, ¿no?”, dijo Yue Hongzhu, de 40 años, gerente de un supermercado.
“Dado que el gobierno ha permitido la apertura, eso significa que no es tan terrible, ¿verdad?”, comentó Yue. “Si el virus fuera altamente infeccioso y la vida de todos corriera peligro, el gobierno no lo permitiría”.
El martes, el gobierno anunció que relajaría las restricciones para viajar fuera de China y reanudaría la emisión de pasaportes para viajes turísticos por primera vez en casi tres años. Esto abre la posibilidad de una avalancha de viajeros chinos al extranjero, en un momento en que otros gobiernos están alarmados por el aumento de las infecciones.