Durante la época de frío aumenta el riesgo de padecer infecciones respiratorias agudas debido a las bajas temperaturas que afectan al país.
El Ministerio de Salud explica que debido a que el clima de Guatemala es templado, las viviendas y ropa no están preparadas para los cambios bruscos de temperatura, por lo que aumenta el riesgo de padecer estas afecciones.
Las más comunes son:
*Resfriado común o catarro
*Gripe o influenza
*Amigdalitis
*Neumonía
*Faringitis
*Traqueítis
*Laringitis y
*Otitis
Las autoridades de salud recomiendan a la población abrigarse de manera adecuada y evitar en la medida de lo posible exponerse a bajas temperaturas, especialmente a niños y adultos que son los más vulnerables.
Además de estas medidas preventivas, los médicos amplían las recomendaciones para las personas que enfrenten estas afecciones.
Para la comunidad
– Lavado frecuente de manos, con agua y jabón o una solución de alcohol glicerinado.
– Evitar saludar de mano o de beso.
– Evitar frotarse los ojos.
Para las personas con Infección Respiratoria Aguda (IRA):
– Cubrirse la boca al toser o estornudar.
– Usar toallas de papel para contener las secreciones respiratorias y botarlas a la basura después de su uso.
– Lavarse las manos con agua y jabón después de estar en contacto con secreciones respiratorias y objetos o materiales contaminados.
– Emplear mascarilla o tapabocas cuando vaya a tener contacto con otras personas.
Asimismo destacan que si los síntomas no pueden durar más de 4 días y si estos persisten, las personas deben contactar a su médico de confianza o bien dirigirse al centro de salud y detallan los signos de alerta.
Signos de alarma en niños o niñas
– Aumento en la frecuencia respiratoria.
– Se le hunden las costillas al respirar.
– Presenta ruidos extraños al respirar o “le silba el pecho”.
– No quiere comer o beber y vomita todo.
– Fiebre superior a 38.5 grados centígrados.
– Decaimiento y somnolencia.
– Ataques o convulsiones.
En niños en edad escolar, adolescentes y adultos:
– Asfixia o dificultad para respirar (o incluso sensación de dificultad para respirar).
– Dolor en el pecho al respirar o toser.
– Decaimiento o cansancio excesivo.
– Fiebre mayor de 38,5 grados centígrados, durante más de dos días.
– Expectoración purulenta o con pintas de sangre.