El número elevado de muertes y hospitalizaciones por sobredosis entre reclusos en California cayó caído en los dos primeros años de la aplicación de un programa que utiliza medicamentos por prescripción para tratar a más adictos encarcelados que cualquier otro programa en el país, dijeron funcionarios el martes.
La tasa de muertes por sobredosis cayó 58% después de que el programa fue lanzado en 2020. Las hospitalizaciones fueron 48% más bajas entre quienes recibieron medicamentos contra la adicción que entre quienes esperaban recibir tratamiento. Los resultados prometedores muestran que el programa fue eficaz incluso cuando se tuvo en cuenta las restricciones por la pandemia de coronavirus, de acuerdo con médicos y estudiosos en el sistema correccional del estado y el funcionario federal que supervisó la atención médica en las prisiones en California.
El informe dice que los resultados a gran escala “apuntan a una dirección positiva” y que los funcionarios se sienten “cautelosamente optimistas”.
Las conclusiones se conocen en momentos en que el gobierno del gobernador Gavin Newsom pide 16,6 millones de dólares en este año fiscal y 162,5 millones de dólares anuales seguidamente para expandir el programa. El informe dijo que expandir el programa tiene “el máximo nivel de prioridad”, dado el impacto en la salud de los prisioneros, la seguridad de la comunidad una vez salen de prisión y el tráfico de drogas y la violencia que causa en las cárceles.
El enfoque del estado incluye el uso de sustancias —que al inicio fue controversial— como buprenorfina, naltrexona y metadona para aliviar los deseos y la euforia de los adictos y aliviar los síntomas de la abstinencia mientras dejan los opioides. Requirió años de llamados por parte de legisladores y profesionales de tratamientos para que las autoridades penales probaran el programa, aunque el método es usado ahora mucho y tiene el respaldo general de fiscales y funcionarios de libertad adelantada en California.
Al inicio, los críticos dijeron que el tratamiento substituía una droga por otra y que pudiera haber un mercado negro para algunos de los medicamentos substitutos. En California, los reclusos reciben los fármacos en una laminilla que se disuelve bajo la lengua o por inyección y son sometidos a pruebas para garantizar que están tomando sus medicamentos.