El portaviones HMS Queen Elizabeth, el más moderno de la Marina Real británica, de 65.000 toneladas de desplazamiento, tuvo que regresar esta semana a su base en Portsmouth, en el sur de Inglaterra.
El navío permaneció en alta mar durante cinco semanas realizando diversas pruebas y entrenamientos hasta que el agua inundó el martes parte del buque de guerra, cuya construcción costó 3.100 millones de libras esterlinas (alrededor de 4.000 millones de dólares).
Se informa que la posible causa del escape sea la ruptura de una tubería de alta presión de agua de mar.
Es ya la segunda vez que esta enorme nave hace aguas durante unos ensayos después de otra fuga ocurrida en 2017, cuando, según un portavoz de la Armada británica, “se identificó un problema con el sello de un eje” durante unas pruebas de navegación.
El portaviones entró en servicio en diciembre de 2017.