Al menos otros cinco soldados resultaron heridos en el ataque del sábado, según el ejército egipcio. Se trata de uno de los peores ataques contra las fuerzas de seguridad egipcias en los últimos años.
Miles de personas asistieron el domingo a distintos funerales por los desaparecidos.
El presidente egipcio, Abdel Fattah el-Sissi, por su parte, presidió una reunión del Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas, que incluye a los principales mandos militares, para analizar las consecuencias del ataque, dijo su oficina sin ofrecer más detalles.
El grupo extremista se adjudicó el ataque en un comunicado difundido por su agencia de noticias Aamaq.
La autenticidad de la declaración similar no pudo ser verificada, pero fue difundida en la red de mensajes Telegram, como ha ocurrido con atribuciones en el pasado.
El ataque tuvo lugar en la ciudad de Qantara, en la provincia de Ismailia, que se extendió hacia el este desde el Canal de Suez.
Los atacantes arremetieron contra las tropas en un puesto de control que custodiaba la estación de bombeo y luego huyeron del lugar. El ejército dijo que las tropas perseguían a los atacantes en una zona aislada del norte de la península del Sinaí.
Egipto combate una insurgencia encabezada por el grupo Estado Islámico en el Sinaí, que se intensificó después de que los militares derrocaron en 2013 a un presidente islamista elegido, pero que causó divisiones. Los extremistas han llevado a cabo decenas de ataques, principalmente contra fuerzas de seguridad y los cristianos.
El ritmo de los ataques de los militantes en el Sinaí y en otros lugares se ha reducido al mínimo desde febrero de 2018, cuando las fuerzas armadas lanzaron una operación a gran escala en el Sinaí, así como en partes del delta del Nilo y en los desiertos a lo largo de la frontera occidental del país con Libia.