Por segunda ocasión en ocho años, una mujer candidata a la presidencia de Estados Unidos fracasa en convertirse en la líder de la primera potencia mundial, después de una campaña en la que el tema de género fue un elemento central.
A diferencia de Claudia Sheinbaum que se impuso como la primera presidenta de México, Kamala Harris, al igual de Hillary Clinton en 2016, tuvo la oportunidad de convertirse en la primera mujer en ocupar la Casa Blanca, pero tropezó con un último osbtáculo.
Aunque en parte estas derrotas se deben a la personalidad y popularidad de su oponente, Donald Trump en ambos casos, para muchos observadores también influye la cuestión de la misoginia en la sociedad estadounidense.
En la campaña Harris y Trump mostraron visiones radicalmente opuestas al rol de las mujeres y sus derechos.
El mandatario electo, que ha enfrentado múltiples acusaciones de acoso sexual -las cuales niega-, buscó proyectar una imagen hipermasculina, apareciendo junto a campeones de deportes de combate y elogiando a líderes autoritarios del mundo.
En toda su campaña también lanzó múltiples comentarios que fueron criticados por ser insultantes y despectivos hacia las mujeres.
Llamó a Harris “lunática” y “mentalmente incapacitada” a la vez que estimó que como presidenta sería “como un juguete” para otros líderes mundiales.
Su compañero de fórmula, el senador J.D. Vance, redobló una ocurrencia que hizo en 2021 sobre “señoras gato sin hijos” gobernando el país, diciendo: “No tengo nada en contra de los gatos”.
Trump también se presentó como “protector” de las mujeres, afirmando que las protegería “les guste o no”.
Merecer el cargo
En contraste, Harris se apoyó en celebridades femeninas como Beyoncé, Jennifer Lopez, Lady Gaga y Oprah Winfrey, apostando a que ellas le ayudarían a llevar su mensaje incluso a votantes mujeres conservadoras.
La demócrata no hizo una campaña abierta sobre el hecho de que sería la primera mujer presidenta de Estados Unidos, pero convirtió en piedra angular de su propuesta la defensa de los derechos de las mujeres, en particular al aborto.
Pero parece no haber convencido a suficientes electoras moderadas y conservadoras.
En un acto de campaña el mes pasado, la exprimera dama Michelle Obama denunció el aparente doble rasero con el que se juzgaba a los dos candidatos a la Casa Blanca.
“Esperamos que ella sea inteligente y elocuente, que tenga una política clara, que nunca muestre demasiado enojo, que pruebe una y otra vez que pertenece” a su cargo, afirmó Michelle Obama ante una multitud.
“Pero de Trump no esperamos absolutamente nada. Ni una política clara, ni la capacidad de armar un argumento coherente, ni honestidad, ni decencia, ni moral”.
El Centro para la Mujer Estadounidense y Política también observó ese doble estándar en un comunicado sobre la victoria de Trump.
Harris fue “formidable” al recaudar fondos y “conectó con los votantes”, indicó la institución en una nota.
“Lamentablemente, esta contienda también ejemplificó las investigaciones sobre los obstáculos a los que se enfrentan las mujeres cuando se presentan a las elecciones, entre ellos expectativas desiguales sobre las mujeres, en particular las mujeres negras, que aspiran a las elecciones”.
Las mujeres han ocupado “todos los cargos políticos en Estados Unidos. Excepto uno”, agregó el texto, aspirando a que “el trabajo continúe”.
En los últimos siete años, según el American Enterprise Institute, se ha más que duplicado la proporción de hombres jóvenes que creen que Estados Unidos ha ido “demasiado lejos” en la promoción de la igualdad de género.
Con información de la agencia de noticias: AFP