La inflación continuó su movimiento de sube y baja en la zona euro en julio, con un ligero aumento después del leve descenso en junio, manteniendo la incertidumbre sobre una posible reducción de las tasas del BCE en septiembre.
La inflación en los 20 países que comparten la moneda única alcanzó 2.6 por ciento anual, después de 2.5 por ciento en junio y 2.6 por ciento en mayo, impulsada por un nuevo incremento en los precios de la energía, según cifras publicadas el miércoles por Eurostat.
El aumento de los precios al consumo ya se situaba en 2.6 por ciento en febrero y mostró pequeñas variaciones al alza o a la baja desde entonces. Le cuesta acercarse al objetivo del 2 por ciento fijado por el Banco Central Europeo (BCE).
Los analistas de Factset esperaban para julio un ligero descenso de la inflación a 2.4 por ciento.
La inflación subyacente -corregida respecto a los precios volátiles de la energía y los alimentos, la más observada por los mercados financieros y el BCE- se mantuvo estable en 2.9 por ciento, sin cambios desde mayo, según la oficina europea de estadísticas.
El consenso de los analistas también anticipaba un ligero descenso, al 2.8 por ciento.
El ligero repunte de la inflación en julio se explica por una aceleración en el aumento de los precios de la energía al 1.3 por ciento anual, frente al 0.2 por ciento en junio.
En cambio, la inflación de los precios de los servicios retrocedió al 4 por ciento, al igual que la de los alimentos (incluido el alcohol y el tabaco) al 2.3 por ciento en julio, frente al 2.4 por ciento del mes anterior.
La caída en los servicios se considera una buena noticia por los expertos, ya que indica una ausencia de tensiones salariales. Es un indicador observado por el BCE que quiere frenar cualquier aumento de las remuneraciones para contener definitivamente la inflación.
Los precios de los bienes industriales volvieron a subir ligeramente, al 0.8 por ciento en julio.
En general el aumento de los precios al consumo en la zona euro se redujo a menos de la cuarta parte desde el récord del 10.6 por ciento anual en octubre de 2022, cuando los precios de la energía se dispararon en el contexto de la guerra en Ucrania.
La caída de la inflación debería continuar
Esta tendencia permite al BCE comenzar a relajar ligeramente su política monetaria para intentar relanzar el crecimiento económico.
El producto interior bruto de la zona euro fue más alto de lo previsto entre abril y junio, aumentando 0.3 por ciento respecto al trimestre anterior, según Eurostat, pero la preocupación es alta para el resto del año.
Para luchar contra la inflación el BCE había aumentado los costos de los préstamos a un ritmo sin precedentes desde julio de 2022.
El 6 de junio redujo sus tasas de interés, ofreciendo un ligero respiro para aliviar las tensiones sobre los créditos a particulares y empresas que frenan la inversión y el consumo.
La tasa de los depósitos, que se situaba en 4 por ciento, su punto más alto alcanzado en septiembre pasado, se redujo al 3.75 por ciento.
Algunos analistas esperan que el BCE reanude sus recortes de tasas en la próxima reunión del consejo de gobernadores prevista para el 12 de septiembre, después de la pausa estival.
Pero el miércoles señalaban que la incertidumbre se mantiene. “Aunque la caída de la inflación de los servicios hace que una reducción de las tasas en septiembre sea más probable que un statu quo, no es un hecho seguro”, destacó Franziska Palmas, de Capital Economics.
“Con las presiones subyacentes sobre los precios aún altas, será una decisión difícil y dependerá de los datos publicados en las próximas semanas, incluyendo la tasa de inflación de agosto”, explicó.
Las últimas cifras “no le dan al BCE la certeza de que la batalla contra la inflación está ganada”, estima Peter Vanden Houte, economista del banco ING.
Con información de la agencia de noticias: AFP