Un grupo de inmigrantes despedidos de clubes de golf del presidente Donald Trump, dijeron que quieren reunirse con él en la Casa Blanca para señalarle por qué no deberían ser deportados.
Las 21 mucamas, jardineros y otros empleados despedidos este año de cinco clubes de Trump solicitaron esta semana a su exempleador en una carta que recuerde todo el trabajo duro que desempeñaron y les dé la oportunidad de plantearle en persona sus motivos para permanecer en el país.
“Tengo esperanzas de que verá la carta. Creo que tiene corazón”, dijo Gabriel Sedano, que trabajó 14 años como encargado de mantenimiento en el club de Trump en el condado Westchester, Nueva York, antes de que lo despidieran en enero.
La respuesta enviada el miércoles en una carta con membrete de la Casa Blanca, decía a los trabajadores que “estamos revisando su mensaje”. La Casa Blanca no atendió el viernes una solicitud para que hiciera comentarios.
Los problemas para los trabajadores de Trump comenzaron en diciembre, cuando una empleada que arreglaba la cama del presidente en su club propiedad de Bedminster, Nueva Jersey, dijo a The New York Times que un supervisor ahí sabía que ella y otras mucamas y empleados no tenían permiso para estar en el país, y que se aprovechaban de su situación migratoria si se quejaban de las condiciones laborales.
Después, trabajadores de otros clubes de Trump que tampoco tenían los documentos adecuados —algunos que habían laborado para él durante una década o más— comenzaron a hablar, y la Organización Trump comenzó a despedirlos.
La Organización Trump ha dicho que no tolera a los trabajadores que mienten sobre su condición migratoria y que no fue sino hasta hace poco que descubrió que sus empleados estaban ilegalmente en el país. La Organización Trump no respondió a las peticiones de que hiciera declaraciones sobre la reunión propuesta en la Casa Blanca.
Los demócratas en el Congreso solicitaron este año que el FBI investigue si la Organización Trump actuó como una “empresa criminal” por contratar a trabajadores a sabiendas de que tenían papeles falsos e incluso les ayudó a conseguir esos documentos, como aseguran algunos de los empleados despedidos.
Un abogado de los 39 exempleados de Trump, Anibal Romero, dijo que el FBI lo entrevistó, al igual que las fiscalías generales en Nueva Jersey y Nueva York, aunque declinó hacer declaraciones sobre lo discutido.
Los trabajadores dijeron en su carta que el presidente conoce a muchos de ellos y le pidieron que “haga lo correcto” y “no nos deporten, ni tampoco a nuestros amigos ni a nuestras familias”.
Usted sabe que trabajamos duro y no somos delincuentes, y que tampoco buscamos beneficiarnos a expensas de otros en Estados Unidos”, se afirma en la carta. “Todos pagamos nuestros impuestos, amamos nuestra fe y a nuestra familia, y simplemente queremos encontrar un lugar para nosotros para hacer aún mejor a Estados Unidos”.
Sedano dijo que no podía creer cuando lo despidieron en enero porque era un empleado de confianza al que le habían solicitado que hiciera trabajos en la casa de Eric Trump, que estaba cerca, y le permitían entrar y salir como quisiera.
“Yo tenía las llaves de la casa, todos los códigos. Lo conocía personalmente”, afirmó Sedano, que tiene tres hijos en Estados Unidos, el menor de ellos de 8 años. Agregó: “Fui el primer despedido. Había una lista. Fui el primero”.