Un día después de su fallida cumbre con el presidente estadounidense Donald Trump, el líder norcoreano Kim Jong Un sonrió ampliamente el viernes al caminar sobre una alfombra roja junto con el presidente de Vietnam, mientras sonaba una banda militar y marchaban los soldados.
Con Trump de regreso en Washington y ambos países ofreciendo su versión de lo sucedido en uno de los colapsos diplomáticos de mayor prominencia en años recientes, Kim lució confiado y compuesto _ un líder mundial ocupando su lugar en el escenario internacional _ al salir de su limusina blindada, abrazar al presidente Nguyen Phu Trong, líder del Partido Comunista y aceptar un ramo de flores ofrecido por una niña.
Se espera que el sábado sea llevado de regreso a la frontera con China, donde abordará su tren blindado para una travesía de 60 horas por China y de regreso a Pyongyang. Pero el viernes su limosina rodó bajo banderas vietnamitas y norcoreanas _ las estadounidenses habían sido retiradas _ mientras una muchedumbre llenaba las calles.
Las conversaciones entre Kim y Trump se desplomaron el jueves, en el segundo día de su cumbre, debido a una disputa sobre cuánto alivio de sanciones podía Washington proveer a Pyongyang a cambio de pasos hacia el desarme nuclear. Pese a la insinuación de un alto funcionario norcoreano _en una apresurada conferencia de prensa de medianoche para disputar la versión de Trump sobre el fin de la cumbre_ de que Kim pudiera haber “perdido el deseo” de diplomacia, el líder norcoreano parece haber emergido del desastre diplomático como el ganador.