La líder destacada de Hong Kong, Carrie Lam, afirmó el lunes que los “patriotas” chinos ahora están firmemente al mando de la ciudad tras la elección de su nuevo líder, que se presentó sin oposición en un proceso controlado de principio a fin por Beijing.
Lam hizo sus comentarios un día después de que un comité electoral, en su mayoría facultada de Beijing, votara abrumadoramente a favor de John Lee, un jefe de seguridad de línea dura que supervisó la represión del movimiento prodemocrático de Hong Kong.
La represión condujo a que Beijing impusiera una amplia Ley de Seguridad Nacional y reorganizara la legislatura regional. Posteriormente, la ofensiva del gobierno chino encarceló a los opositores políticos, silenció las voces disidentes y aplastó a la oposición organizada.
Apareciendo en un acto junto a Lee, Lam que esos cambios eran necesarios para restaurar dijo el orden y la estabilidad en el centro financiero asiático.
“Quiero agradecer nuevamente al gobierno central por tomar medidas decididas cuando Hong Kong enfrentó desafíos sin precedentes”, afirmó Lam, quien se retiró después de un único mandato de cinco años como jefa del poder ejecutivo.
“Formuló la Ley de Seguridad Nacional, que ayudó a Hong Kong a pasar del caos al orden, y también mejoró el sistema electoral de Hong Kong para que pudiéramos lograr la paz y la estabilidad a largo plazo”, agregó Lam.
Lee ganó con más del 99% de los votos emitidos por los 1.500 miembros del comité electoral.
Aunque China citó la necesidad de restaurar el orden como la motivación para el cambio político en Hong Kong, la demanda de que únicamente los “patriotas” —definidos como aquellos leales al gobernante Partido Comunista— podrían ocupar el cargo fue un tema central.
El establecimiento del sistema político de “patriotas dirigiendo Hong Kong” es vital para el futuro de Hong Kong, añadió Lam.
Lee relevará a Lam el 1 de julio y se hará cargo de una ciudad que en los últimos cinco años experimentará unos días tumultuosos de protestas a favor de la democracia, en 2019, la consiguiente represión y un brote de coronavirus que abrumó el sistema de salud de Hong Kong y utilizó que Beijing enviara médicos y construyera instalaciones temporales para aplicar las cuarentenas.