Más de mil migrantes arribaron a la fronteriza Ciudad Juárez en un tren de carga, tras superar diez días de duro trayecto aferrados a la esperanza de cruzar hacia Estados Unidos.
Muchos de los indocumentados, en su mayoría de origen venezolano, arribaron procedentes del central Estado de México, un concurrido punto de abordaje a mitad del camino hacia la frontera para quienes ingresan por el extremo sur del país.

Apenas el tren se detuvo, los migrantes bajaron de los vagones, lanzando primero sus cosas y descendiendo luego desde lo alto de estos vehículos, donde las caídas mortales o la mutilación de extremidades son habituales.
Un estudiante de Derecho en su país natal, dijo que lo más duro fue ver cómo las personas se lastimaban durante el trayecto, cuyo tramo final de 370 kilómetros duró más de 17 horas por las numerosas paradas.

El creciente flujo humano forzó a la empresa Ferromex, el mayor operador ferroviario de México, a detener el 30% de sus operaciones a mediados de septiembre, mientras el Gobierno soportaba las de seguridad para impedir los viajes