El gobierno mexicano estudia cambiar el trazado de un importante enlace ferroviario entre México y Estados Unidos para que en lugar de pasar por Texas lo haga por Nuevo México, después de que el gobernador texano Greg Abbott causara retrasos en los cruces fronterizos en abril al ordenar inspecciones estatales al transporte.
Diplomáticos mexicanos se reunieron el martes con el secretario de Seguridad Nacional de Estados Unidos, Alejandro Mayorkas, y hablaron sobre una línea ferroviaria que une los puertos marítimos mexicanos en el Pacífico con el cruce de San Jerónimo-Santa Teresa en Nuevo México, a unos 36 kilómetros (20 millas) al oeste de El Paso, Texas.
México había considerado una ruta a través de Texas, pero en los últimos días los funcionarios han dicho que ya no pueden confiar en ese estado. Abbott había exigido a todos los camiones comerciales procedentes de México que se sometieran a inspecciones adicionales con el objetivo presionar a las autoridades mexicanas para que redoblen su lucha contra la migración ilegal.
La actitud de Abbott, que tuvo notables repercusiones económicas aunque sólo se prolongó unos días, fue muy criticada por el gobierno de México. El secretario de Relaciones Exteriores de México, Marcelo Ebrard, la consideró una especie de “extorsión”.
Roberto Velasco, responsable de asuntos para América del Norte de la cancillería mexicana, escribió en su cuenta oficial de Twitter que, en el encuentro con Mayorkas, se apostó por los “avances en infraestructura con Nuevo México que permitan generar alternativas inmediatas para el flujo comercial que hoy pasa por Texas”.
La secretaria de Economía de México, Tatiana Clouthier, fue más contundente la semana pasada sobre el proyecto de línea ferroviaria que uniría el puerto de Mazatlán, en el estado mexicano de Sinaloa, con Estados Unidos y Canadá.
“Creo que ya no vamos a usar Texas; vamos a buscar que se conecte a Nuevo México porque no podemos dejar todos los huevos en una sola canasta y ser rehenes de quien quiere utilizar el comercio como una medida política”, señaló.
Algunos camioneros declararon haber esperado más de 30 horas para cruzar durante las inspecciones estatales. Otros bloquearon uno de los puentes comerciales más transitados del mundo en señal de protesta.
Abbott, que intentará ser reelegido en noviembre y que ha hecho de la frontera su tema principal, retiró por completo las inspecciones después de alcanzar acuerdos con los estados mexicanos vecinos que esbozan nuevos compromisos en materia de seguridad fronteriza.
Pero esos estados mexicanos tienen poca autoridad o personal para interceptar las drogas o el contrabando de migrantes —los dos temas que Abbott citó como razones para implementar las inspecciones, aunque sus funcionarios estatales encontraron poco de ambos_, por lo que los acuerdos fueron vistos como una forma de presionar al presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador para que actuara.
El lunes, López Obrador se desentendió del asunto y dijo que “algunos políticos de Estados Unidos, como hay elecciones, ya están haciendo acusaciones”.
“Pero ¡cómo va a hablar de una invasión!”, señaló López Obrador, refiriéndose al hecho de que Texas, al igual que gran parte del resto del suroeste de Estados Unidos, pertenecía a México.
Ebrard dijo que Mayorkas había expresado su preocupación por el levantamiento programado para el 23 de mayo del Título 42, la norma sanitaria de la época de la pandemia que niega a los migrantes la posibilidad de solicitar asilo.
“Su perspectiva es que puede ser un problema de aumento de flujos y, por lo tanto, vamos a empezar un tema regional”, señaló Ebrard.
Ebrard también dijo que México seguía defendiendo que Cuba y Venezuela asistieran a la próxima Cumbre de las Américas, que se celebrará en junio en Los Ángeles. El gobierno de Biden ha insinuado que es poco probable que se invite a Venezuela, Cuba y Nicaragua.