Los resultados no oficiales de la elección general daban a su partido de derechas, el Likud, y a otras formaciones nacionalistas y religiosas una sólida mayoría en el parlamento.
El resultado afirmó el giro continuado de Israel hacia la derecha y redujo más las esperanzas de hallar una solución negociada al conflicto israelí-palestino. La reelección daría un importante impulso a Netanyahu, que podría ser imputado en una serie de escándalos de corrupción.
Con el 97,4% de los votos contados el miércoles, el Likud y sus aliados naturales tenían una mayoría de entre 65 y 55 escaños en el parlamento. Aún estaba por ver si algunos partidos pequeños cruzarían el umbral de la representación parlamentaria, de modo que la composición de la cámara aún no estaba clara. En cualquier caso, el país se enfrenta ahora a lo que podrían ser semanas de negociaciones políticas por la composición de la coalición gobernante.
Junto con sus socios actuales, formaciones nacionalistas y ultraortodoxas, Netanyahu no debería tener problemas en formar una coalición con mayoría en la cámara de 120 escaños.
Con una victoria, Netanyahu lograría su cuarto mandato consecutivo y quinto en total, lo que le convertiría este verano en el gobernante que más tiempo ha liderado Israel, superando al fundador David Ben-Gurion.