La Organización de las Naciociones Unidas (ONU) pide a los gobernantes de Afganistan detener las prácticas de ejecuciones, fustigamientos y lapidaciones. En los últimos seis meses, dos niños, 58 mujeres y 274 hombres han sido azotados a la vista pública, según una investigación de la Misión de Asistencia de Naciones Unidas en Afganistán UNAMA.
Los castigos corporales son llevados a cabo por los Talibanes desde su regreso al poder el 15 de agosto del 2021, tras el desalojo del gobierno elegido democráticamente.
El sistema jurídico afgano no salvaguarda las garantías mínimas del juicio justo y del debido proceso. Abogados defensores denuncian las dificultades a las que se ven envueltos para reunirse con sus clientes, temiendo ser marginados en procesos judiciales:
El castigo corporal es una violación de la convención contra la tortura y debe cesar”, indicó la jefa de Derechos Humanos de la Misión de Asistencia, Fiona Frazer.
Según el informe de la UNAMA, el castigo corporal se ha definido como toda condena donde se utiliza fuerza física como objetivo para causar cierto grado de dolor o malestar, por más leve que sea.
El principal vocero del gobierno, Zabihullah Mujahid, dijo que la decisión sobre ese castigo se había tomado “de forma muy cuidadosa” tras el visto bueno de tres de las principales cortes del país y del líder supremo talibán, Mullah Hibatullah Akhundzada.
Castigos corporales que la ONU no acepta
Desde los latigazos a las lapidaciones, pasando por afeitados de cabeza y duchas de agua fría; hombres, mujeres y niños sufren castigos corporales que son considerados torturas y tratos inhumanos crueles que pueden incurrir series daños físicos y mentales en las personas que lo padecen.
La situación política de la crisis humanitaria a la que se enfrenta Afganistán ha provocado una disminución de financiamiento de apoyo médico y psicosocial, teniendo menos probabilidades a acceder a los servicios.
La ONU recuerda a los talibanes que el arrebato del libre albedrío va en contra de las normas universales de los derechos humanos en las que se basan las sociedades pacíficas y estables.