Esto incluye sociedades tradicionalmente conservadoras, como ocurrió recientemente en Colombia, donde la Corte Constitucional, legalizó en febrero el procedimiento hasta la semana 24 de gestación, parte de una tendencia más amplia observada en algunas zonas de Latinoamérica, una región con una profunda tradición católica.
Todavía no está claro qué impacto tendrá fuera de Estados Unidos la filtración del borrador de una opinión que sugiere que la Corte Suprema podría anular la histórica decisión de 1973 Roe vs Wade.
Pero para las activistas que durante años han librado campañas exigiendo el libre acceso al aborto, a menudo tomando Estados Unidos como modelo, es una señal desalentadora y un recordatorio de que los avances logrados con mucho esfuerzo pueden no ser permanentes.
“Es un pésimo precedente para los próximos años para la región y el mundo”, dijo la colombiana Catalina Martínez Coral, directora para Latinoamérica y el Caribe del Centro de Derechos Reproductivos, con sede en Nueva York, que es uno de los grupos que litigó el caso del aborto en el alto tribunal colombiano.
En su sentencia de febrero, la corte colombiana estableció el derecho de las mujeres a interrumpir un embarazo hasta la semana 24, algo que antes solo era posible en casos específicos como violación o malformaciones en el feto. Una vez superado ese plazo, el aborto es posible en esos supuestos.
La decisión no cumplió con las expectativas de los activistas que pedían su total despenalización, pero Martínez Coral apuntó que, aún así, dio a Colombia, el “marco legal más progresista de Latinoamérica”.
De igual forma, la Suprema Corte de Justicia de México manifestó el año pasado la inconstitucionalidad de castigar el aborto. Como máximo tribunal del país, el fallo prohíbe a todas las jurisdicciones imputar a una mujer por poner fin a su embarazo.
Pero en la mayoría de los 32 estados de México sigue habiendo normas que prohíben el aborto, y las organizaciones no gubernamentales que llevan tiempo abogando por su despenalización están presionando a las legislaturas estatales para reformarlas. El aborto estaba ya permitido en la Ciudad de México y en algunos otros estados.
En Argentina, los legisladores aprobaron a finales de 2020 una ley que legaliza el aborto hasta la semana 14 y, más adelante, en los casos contemplados en la sentencia colombiana.
También está permitido en Cuba y Uruguay.
Pero la expansión del derecho al aborto no ha llegado a toda Latinoamérica y en muchos países se restringe a ciertos supuestos, como en Brasil, la nación más poblada de la región, donde solo se permite en caso de violación, riesgo para la vida de la madre y casos certificados de anencefalia congénita. El expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, que aspira a regresar al cargo en octubre, dijo recientemente que considera su legalización como una cuestión de salud pública, lo que suscita críticas en un país donde pocos aprueban el procedimiento.
En otros lugares, la prohibición es total y no se contemplan excepciones, como en Honduras, Nicaragua y El Salvador. En este último, los tribunales han sentenciado a mujeres a largas penas de prisión por homicidio agravado incluso en los casos donde la fiscalía sospechó que un aborto espontáneo fue en realidad intencionado.
Esta situación se repite en muchos países africanos, pero en octubre de 2021, Benín legalizó el aborto en la mayoría de las circunstancias hasta las 12 semanas. Antes se permitía en casos de violación o incesto, de riesgo para la vida de la mujer o de malformaciones fetales graves.
En la mayoría de las naciones europeas es legal, incluso en las de mayoría católica. Irlanda lo permitió en 2018, y San Marino siguió sus pasos luego de un referéndum popular el pasado otoño. Sigue siendo ilegal en Andorra, Malta y en la Ciudad del Vaticano, mientras que Polonia endureció su normativa el año pasado.
También es una opción en Israel desde 1978, donde no despierta mucha controversia. Allí está amparado por la ley antes de la semana 24 con la aprobación de los “comités de interrupción” hospitalarios, formados por profesionales médicos y que incluyen a al menos una mujer.
Las leyes e interpretaciones varían en el mundo musulmán.
Desde hace décadas, en Túnez es legal hasta la semana 12 de gestación, pero en Irán está prohibido desde la Revolución Islámica de 1979. El año pasado, el líder de la principal institución de clérigos islámicos de El Cairo, Al-Azhar, dijo que el aborto no es la solución ni en los casos donde el bebé pueda sufrir una enfermedad grave o una discapacidad.
Cuando se produzca la decisión de la Corte Suprema de Estados Unidos, que se espera para finales de junio o principios de julio, todo el mundo estará pendiente.
“Aunque las medidas para despenalizar y legalizar el aborto en lugares como Argentina, Irlanda, México y Colombia en los últimos años han sido una gran victoria para la comunidad mundial, hay indicios sombríos de que Estados Unidos no está a la altura del progreso que está realizando el resto del mundo en la protección de los derechos sexuales y reproductivos”, señaló Agnes Callamard, secretaria general de derechos humanos de Amnistía Internacional, en un comunicado.