Con la nueva cifra, cerca de 22 millones de personas han solicitado la prestación por desempleo en el último mes _por mucho la peor racha de pérdida de trabajo en Estados Unidos de la que se tenga registro.
En total, aproximadamente 12 millones de personas reciben actualmente cheques por desempleo, casi igualando el punto máximo alcanzado en enero de 2010, poco después de que terminara de manera oficial el periodo de la Gran Recesión.
Todos los negocios considerados no esenciales han sido cerrados casi en todos los estados, al tiempo que la economía prácticamente se vino abajo. La generalizada pérdida de empleos ha alterado la gran mayoría de las ramas económicas.
Algunos economistas pronostican que el desempleo podría incluso alcanzar el 20% en abril, lo que representaría la mayor tasa desde la Gran Depresión de la década de 1930. En comparación, el desempleo a nivel nacional nunca rebasó el 10% durante la Gran Recesión de 2008.
Los despidos van más allá de ramas de prestación de servicios como hoteles, bares y restaurantes, que absorbieron el impacto inicial del recorte de empleos, pues incluyen puestos de trabajadores de cuello blanco, incluyendo programadores, trabajadores de la construcción y personal de ventas.
Colectivamente, la reducción de empleos podría generar un desempleo de escala épica. Hasta 50 millones de puestos se encuentran expuestos a ceses relacionados con la pandemia de COVID-19, de acuerdo con los economistas: aproximadamente un tercio de todos los puestos en Estados Unidos. Esa cifra se basa en un cálculo de los empleos que los gobiernos federales y estatales consideran no esenciales y que no pueden realizarse desde casa.
Es poco probable que todos esos trabajadores sean despedidos o presenten una solicitud para obtener ayuda por desempleo, pero indica la magnitud extraordinaria de desempleo que podría resultar por la propagación de la enfermedad.
“Esta crisis combina la escala de una recesión económica nacional con el ritmo de un desastre natural”, dijo Daniel Zhao, economista de Glassdoor. “Y eso no tiene precedentes en la historia económica estadounidense”.
Muchas de las personas sin trabajo cuyas solicitudes para ayuda por desempleo no han sido aceptadas son probablemente empleados autónomos o de trabajo esporádico. El paquete de asistencia económica de 2,2 billones de dólares ofrece ayuda por desempleo a esos grupos por primera vez. Pero la mayoría de los estados ha instalado nuevos sistemas en las computadoras para procesar ese tipo de solicitudes _un proceso que en algunos casos podría tomar semanas.
El paquete de rescate económico también estableció un programa de préstamos de 350.000 millones de dólares para pequeños negocios, bajo el cual los préstamos quedarán saldados si las compañías retienen o recontratan a sus trabajadores. Pero Michelle Meyer, economista para Estados Unidos en Bank of America, dijo que hasta ahora hay poca evidencia de que el programa ha podido frenar la pérdida de empleos. Meyer dijo creer que algunas compañías podrían creer que despedir a su personal es una mejor opción, dado que el gobierno ha agregado 600 dólares a la ayuda semanal por desempleo que el estado proporciona. La ayuda total por desempleo podría reemplazar o incluso superar el salario normal de un trabajador de bajo ingreso.
El jueves, el programa de ayuda para pequeñas empresas se quedó sin dinero después de que más de 1,6 millones de préstamos fueran aprobados, si bien no queda claro cuánto de ese dinero ha sido entregado. Integrantes del Congreso buscan acordar más fondos.
Algunas firmas de abogados también se han visto obligadas a reducir su personal. Fern Weinbaum, de 68 años, trabajaba como secretaria en un despacho legal en Manhattan, y fue despedida en marzo. No ha recibido el dinero del seguro por desempleo, con el que cuenta para ayudarla a pagar su renta mensual de 1.100 dólares.
“Estoy muy ansiosa, necesito el dinero”, dijo. “Es muy frustrante”.
En la mayoría de la gente, el nuevo coronavirus provoca síntomas de leves a moderados que desaparecen en dos a tres semanas. En algunas personas, sobre todos los adultos mayores y las que padecen trastornos de salud subyacentes, puede provocar enfermedades más graves, como la neumonía, e incluso la muerte.