“Lo que diga el Señor. El Señor puede decir que renuncie. Es el Señor quien manda” estas son las respuestas del Papa Francisco ante las interrogantes sobre un posible retiro.
La salud del Sumo Pontífice se ha visto afectada por problemas en su rodilla. La primera vez que se le vio en silla de ruedas fue el 5 de mayo, en ese entonces, el Vaticano informó que tenía un ligamento roto. Días después en una entrevista el pontífice de 85 años contó que iba a someterse a “una infiltración” de rodilla para aliviar el dolor que padece y que lo ha obligado a cancelar varias reuniones programadas.
La infiltración de rodilla es un procedimiento que consiste en inyectar directamente en la articulación algunos medicamentos con efecto antiinflamatorio, analgésico o regenerativo.
Francisco, que en marzo inició su décimo año de pontificado, ha tenido que pedir disculpas a los fieles que asisten a las audiencias por dar la bendición sentado.
El líder de la Iglesia católica tiene también problemas crónicos de ciática que le suelen causar dolores fuertes. En julio de 2021, se sometió a una delicada operación de colon.
El fin de semana el Papa fue cuestionado nuevamente sobre los viajes y las limitaciones en cumplir su agenda, a lo que respondió que deberá bajar el ritmo y ahorrar un poco de energía para poder servir a la iglesia.
Aseguró que la operación de rodilla, “no va, no va en mi caso”. Mencionó que los médicos dicen que sí, sin embargo la anestesia sería un problema. Indicó que se sometió a una prueba de seis horas hace diez meses, y aún quedan secuelas.
“No se juega con la anestesia” dijo el Papa, y que no es del todo confiable. Aseguró que seguirá viajando para estar cerca de la gente.