Agentes de la patrulla fronteriza de Ajo, mostraron su molestia, debido a que por protocolo y por órdenes superiores tuvieron que devolver a un bebé de aproximadamente cinco semanas de nacido, que fue abandonado por su progenitora.
El reporte establece que al bebé lo abandonaron a su suerte cerca del Monumento Nacional de Pitaya Dulce, en la frontera de Arizona; en un sendero que se encuentra a unos 80 kilómetros de la frontera con México.
De acuerdo a lo que indicó el agente, Mike Jones, antes del hallazgo se detuvo a varios grupos de migrantes que cruzaron de forma irregular la frontera de Estados Unidos, a quienes se consultó si había alguien extraviado o venían otros grupos; pero la respuesta fue negativa.
No obstante, mientras se patrullaba para descubrir a otras personas, y siguiendo las huellas que dejaron, localizaron un bulto a la par de un árbol.
“A simple vista se notaba como una bolsa de basura o de ropa de camuflaje, por lo que las unidades motorizadas casi pasan por encima de ella, pero se inspeccionó para verificar si era droga abandonada”, indicaron las autoridades.
Era un bebé
Al revisar, los elementos se sorprendieron, pues encontraron a un bebé de aproximadamente cinco semanas de nacido.
El infante, estaba completamente envuelto dentro de la ropa, no lloraba y no presentaba lesiones. Treinta y ocho minutos después, se retornó con el grupo detenido y se preguntó dos veces nuevamente.
Finalmente, tras interrogar al grupo, una mujer originaria de Guatemala afirmó ser la madre del infante.
El bebé se encontraba dentro de una bolsa y envuelto en prendas de vestir.
Proceso de expulsión
Después de una evaluación médica, se constató que tanto la madre como el bebé se encuentran sanos y en buen estado de salud. Posteriormente la mujer fue interrogada y explicó que otra persona del grupo estaba cargando al bebé, a solicitud de ella. Pero, no sabía nada de su hijo.
Sin embargo, tal y como definen los protocolos migratorios, se tuvo que entregar al infante y procesar a ambos bajo las pautas del título 42, por lo que fueron expulsados a México a través del puerto de entrada de Lukeville, Arizona.
Tanto la madre como el bebé tuvieron una evaluación médica.