Hasta 3,2 millones de personas pueden morir a causa del coronavirus en 34 países, así lo estima el Comité Internacional de Rescate (IRC), organización humanitaria no gubernamental con sede en Londres.
Según los cálculos que el comité ha presentado este martes, el número previsible de infectados ronda un máximo de 1.000 millones en el mismo grupo de países, afectados por conflictos. Un comunicado explica que se trata de unas estimaciones preliminares compiladas a partir de los modelos epidemiológicos y datos recabados por la Escuela Imperial de Londres y la Organización Mundial de la Salud.
“Estos números deberían servir como una llamada de atención”, dijo el presidente y director ejecutivo del IRC, David Miliband, exsecretario de Asuntos Exteriores del Reino Unido, puesto que “el peso total de esta pandemia, devastador y desproporcionado, aún no se ha percibido en los países más frágiles y devastados por la guerra”.
En su opinión, hay todavía una “ventana de tiempo” para preparar una respuesta a las “primeras etapas del covid-19” en muchos de estos países vulnerables y “evitar una mayor perpetuación de esta epidemia a nivel mundial”. Según el comunicado, la acción es necesaria en “las próximas semanas” y debería incluir financiación urgente para la “respuesta de primera línea”.
Áreas hacinadas de bajos ingresos
El organismo destaca la situación de los campos de refugiados en países como Siria, Grecia y Bangladés, que representan algunas de las áreas más hacinadas del mundo. Según el comunicado, están “hasta 8,5 veces más densamente pobladas que el crucero Diamond Princess, donde el virus se transmitía hasta cuatro veces más rápido que en Wuhan, China”.
Asimismo le preocupa el destino de Sudán del Sur, donde hay solo 4 respiradores y 24 unidades de cuidados intensivos en todo el país y casi el 65 % de la población depende de la asistencia humanitaria. En la lista del organismo figuran otros países africanos y también Afganistán, Colombia, El Salvador, Honduras y Venezuela.
El IRC admite que los científicos aún desconocen cómo la pandemia va a desarrollarse en contextos de bajos ingresos, donde los riesgos para la salud de la población son mayores, pero una estructura de edad diferente (la población normalmente más joven) puede reducir las tasas de mortalidad.