El decreto de Putin formaliza la salida de Rusia del tratado de Fuerzas Nucleares de Rango Intermedio de 1987 con Estados Unidos y sigue a la salida de Washington del pacto.
Estados Unidos notificó de sus intenciones de retirarse del INF en febrero, lo que preparó el camino para el fin del acuerdo en seis meses a menos que Moscú volviese a cumplir con sus parámetros. Rusia ha negado que lo haya violado y acusa a Estados Unidos de transgredirlo. Moscú siguió el ejemplo de Washington en febrero, suspendiendo sus obligaciones con el tratado.
Putin le advirtió a Estados Unidos que no despliegue nuevos misiles en Europa, diciendo que Rusia responderá desplegando nuevas armas que tomarán menos tiempo para alcanzar sus blancos.