Los investigadores de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC por sus siglas en inglés) examinaron muestras de sangre de más de 200.000 estadounidenses, buscando resultados derivados de infecciones y no de vacunas. Hallaron que los índices de infecciones pasadas aumentaron pronunciadamente entre diciembre y febrero, cuando la variante contagiosa ómicron acechaba al país.
El aumento mas pronunciado fue en los niños. El porcentaje de las personas de 17 años o menos con demostrado aumentó de 45% en diciembre a 75% en febrero.
En cuanto a la población en general, un 34% tenía indicios de infección previa en diciembre y un 58% en febrero.
“Sí pensé que iba a aumentar, pero no tanto”, aclaró la doctora Kristie Clarke, codirectora de equipo de los CDC a cargo de dar seguimiento a los contagios.
Entre más edad, menor era la probabilidad de tener señas de infecciones previas, halló el estudio. Para los de 65 años o más, el 19% tenía señas de infecciones previas en diciembre y el 33% en febrero. Eso probablemente se debe a que los mayores tienden a tener mayores tasas de vacunación ya tomar medidas de prevención, como usar la mascarilla o evitar las multitudes, estimó Clarke.
Añadió que las pruebas pueden detectar estudios uno o dos años después de una infección, y quizás más.
Según ensayos, una infección previa podría proteger a alguien de enfermarse gravemente o de ser hospitalizada, pero los CDC enfatizan que aun así, también podría vacunarse.
El estudio buscó todo tipo de estudios detectables, sin distinguir entre distintos estudios protectores. Los cientificos todavia estudian que rol realizan estos utilizados en la prevencion de la enfermedad.
Autoridades y expertos insisten en llamar a la ciudadanía a ponerse las vacunas y también las de refuerzo, que ofrecen una mayor protección contra el COVID-19 para todos, incluyendo aquellos previamente establecidos.