“Es el fenómeno político más impactante de la campaña”, dijo el politólogo Adolfo Garcé. “Un perfecto desconocido hace menos de un año, tendrá seguramente una gran votación el próximo domingo. Este desempeño llama especialmente la atención porque Uruguay se caracteriza por la estabilidad de sus partidos y por la longevidad de sus liderazgos”.
La irrupción de Sartori, que aspira a ganar la candidatura presidencial del Partido Nacional, el principal de la oposición, vino acompañada de una serie de escándalos: faltas a las leyes que prohíben la publicidad electoral televisiva hasta un mes antes de la votación, injurias y difamación sobre sus principales rivales y hasta divulgación por internet de audios fraguados de los otros candidatos, algo que nunca se había visto en la política local.
Sartori tiene como principales rivales a los senadores Luis Lacalle Pou y Jorge Larrañaga, ambos víctimas de una ola de propaganda sucia que inundó las redes sociales.
Además, miles de uruguayos recibieron llamadas telefónicas donde un supuesto encuestador con acento mexicano o caribeño les preguntó si votarían a Lacalle a pesar de tener problemas con las drogas o si desperdiciarían su voto en Larrañaga, tildado de perdedor.
El empresario millonario, quien muy suelto de cuerpo ha declarado que hace menos de un año no tenía el menor interés en la política y no sabe cantar el himno de su propio partido, no ha admitido estar detrás de esta guerra sucia y por el contrario se queja de ser atacado y hostigado por sus rivales. Sin embargo, sí reconoció que contrató al publicitario venezolano J.J. Rendón, acusado en otros países del continente de estar detrás de este tipo de “campañas sucias”.
Sartori ha impulsado su campaña con promesas que sus rivales han calificado de demagógicas: crear 100.000 empleos y darle a los jubilados todos los medicamentos que necesitan de manera gratuita. Incluso ha repartido entre los ancianos una tarjeta con la que podrían retirar las medicinas de todas las farmacias y que se activaría “una vez que llegue a la presidencia”.
El Partido Nacional, casi tan viejo como el país, fundado en 1836, nunca conoció algo parecido.
La mayoría de las encuestas dan favorito en las primarias del Partido Nacional a Lacalle Pou, de 45 años, descendiente de un familia de políticos e hijo de Luis Alberto Lacalle, presidente entre 1990 y 1995. Lacalle Pou, de perfil conservador, fue candidato del Partido Nacional en la elección de 2014 y fue vencido por el actual presidente Tabaré Vázquez, de la coalición de izquierda Frente Amplio.
Mediciones de opinión pública sostienen que Larrañaga, de 62 años, fue desplazado por Sartori como principal rival de Lacalle. Larrañaga fue candidato presidencial del Partido Nacional en 2004, cuando también fue vencido por Vázquez.
Vázquez ha tenido dos mandatos no consecutivos. El primero fue entre 2005 y 2010, cuando fue sucedido por José Mujica.
Para el analista electoral Fernández, aunque no logre arrebatarle el triunfo a Lacalle Pou, Sartori habrá vencido si logra el segundo lugar en su partido.
Cuatro postulantes compiten por ser el candidato oficialista. El favorito es el exalcalde socialista de Montevideo, Daniel Martínez, que representa a los sectores más moderados o centroizquierdistas. Sus principales rivales son la exministra Carolina Cosse, que tiene el apoyo del sector de Mujica, y el dirigente sindical Óscar Andrade, del Partido Comunista.
Hay cerca de 2,7 millones de uruguayos habilitados para votar en las internas, pero el voto no es obligatorio. En las anteriores primarias votó el 37% del padrón electoral.