Cada 1 de diciembre se conmemora el Día Mundial de la lucha contra el Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA), que han catalogado como la primera pandemia. A lo largo de 40 años ha cobrado la vida de 40 millones de personas. Al menos 37 millones de personas padecen Virus de la Inmunodeficiencia Humana (VIH) en el mundo, siendo África el continente más afectado con 67 por ciento del total de casos.
Según datos de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), en América Latina, las nuevas infecciones por VIH han aumentado un 7 por ciento desde el 2010. En el caso del Caribe, casi una de cada tres nuevas infecciones por el VIH ocurre entre los jóvenes.
¡Igualdad ya!
Este año, el lema del Día Mundial de la Lucha contra el Sida es ¡Igualdad ya! El cual pretende impulsar a trabajar en todas aquellas acciones prácticas que se ha demostrado que son necesarias para abordar las desigualdades y ayudar a poner fin al sida.
Los más vulnerables
Tras cuatro décadas de respuesta al VIH, las desigualdades persisten en los servicios más básicos, como el acceso a las pruebas de detección, el tratamiento y los preservativos, y son aún mayores en el caso de las nuevas tecnologías.
Las mujeres jóvenes africanas siguen siendo desproporcionadamente las más afectadas por el VIH, mientras que la cobertura de los programas específicos dirigidos a ellas se mantiene demasiado baja. En 19 países africanos muy afectados, los programas específicos de prevención combinada para chicas adolescentes y mujeres jóvenes están activos solo en el 40 % de los lugares de alta incidencia del VIH.
Únicamente un tercio de las personas de los grupos de población clave, entre los que se incluyen los gais y otros hombres que tienen relaciones sexuales con hombres, las personas trans, los consumidores de drogas, los trabajadores sexuales y los prisioneros, tienen acceso regular a la prevención. Los grupos de población clave se enfrentan a importantes barreras legales, como la criminalización, la discriminación y el estigma.
ONUSIDA: “Ya solo tenemos por delante ocho años para alcanzar el objetivo de 2030 de poner fin al sida como amenaza para la salud mundial. Las desigualdades económicas, sociales, culturales y legales deben abordarse con urgencia. En una pandemia, las desigualdades no hacen sino exacerbar el peligro para todos. De hecho, el fin del sida solo puede lograrse si plantamos cara a las desigualdades que lo impulsan. Los líderes mundiales deben actuar con un liderazgo audaz y responsable. Y todos nosotros, desde todos los rincones del mundo, debemos hacer todo lo posible para ayudar también a abordar las desigualdades”.