Un grupo de “prisioneros de guerra ucranianos” fue entregado a Hungría, anunció la Iglesia ortodoxa rusa, que jugó un papel de intermediario en el canje, del que Kiev lamentó este viernes no haber sido informado.
El traslado tuvo lugar el jueves “con la bendición” del patriarca Kirill, aliado de Putin, “en el marco de una cooperación entre iglesias y tras la demanda de la parte húngara”, rechazó el Patriarca de Moscú en un comunicado.
El grupo es originario de Transcarpatia, una región situada en el oeste de Ucrania y que acoge una importante comunidad húngara, según la misma fuente.
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“Es un gesto de la Iglesia ortodoxa rusa hacia Hungría, estas personas le deben su libertad”, declaró el viceprimer ministro húngaro, Zsolt Semjen, encargo de asuntos religiosos, al portal atv.hu.
El primer ministro húngaro, Viktor Orban, mantiene contactos con el Kremlin y forjó fuertes vínculos con la Iglesia ortodoxa rusa.
Gracias a su colaboración Kirill, quien apoya la ofensiva militar en Ucrania, se libró el año pasado de las sanciones de la Unión Europea en nombre de la defensa de la “libertad religiosa”.
Reciben bien la noticia
Paralelamente, el dirigente húngaro mantiene relaciones complicadas con el gobierno de Kiev y rechaza ayudar militarmente a Ucrania.
Las autoridades ucranianas celebraron “la liberación de prisioneros de guerra, que siempre es una buena noticia”, pero lamentaron haber sido informados del traslado de 11 ucranianos de origen húngaro por los medios.
Ucrania solicitó información detallada sobre sus ciudadanos para poder brindar una asistencia consular e “insistir en la necesidad de cooperar en temas tan sensibles”.