El gobierno de China anunció el martes un sólido objetivo de crecimiento económico anual y un aumento del 7,5% en el gasto militar, durante una sesión legislativa eclipsada por la guerra arancelaria con Washington.
En un intento por frenar las quejas de Estados Unidos y Europa, que alegan que el sistema chino está amañado contra las firmas extranjeras, el primer ministro, Li Keqiang, prometió en un discurso ante la Asamblea Popular Nacional que serán “tratados como iguales” con sus competidores locales.
Li, la máxima autoridad económica del país, fijó el objetivo de crecimiento para este año en entre el 6 y el 6,5%, reflejando la determinación gubernamental de apuntalar una economía controlada por el estado y de evitar pérdidas de empleos políticamente peligrosas ante la subida arancelaria estadounidense y la débil demanda global. La previsión es ligeramente menor al 6,6% registrado el año pasado, el peor dato en tres décadas, pero si se alcanza estaría entre los más sólidos del mundo.
El primer ministro se comprometió a “promover las negociaciones comerciales entre China y EEUU”, pero no dio más detalles sobre el diálogo para cerrar la pugna con el presidente Donald Trump por las ambiciones tecnológicas de Beijing y las quejas de que roba o presiona las empresas extranjeras para que entreguen su tecnología.
Li anunció un mayor gasto en desarrollo tecnológico, un campo que el gobernante Partido Comunista considera una vía a la prosperidad y a la influencia global, y más dinero para la educación, programas sociales y obras públicas.