Cuando las altas temperaturas que registra Houston en los últimos días se mezclan con la contaminación ambiental habitual, Erandi Treviño lo percibe en su nariz y piel. Esa combinación genera el “ozono al ras de suelo”, perjudicial para la salud.
La ola de calor que golpea al sur de los Estados Unidos se ha extendido por dos semanas, con sensaciones térmicas sobre los 40ºC. Al menos 13 personas han fallecido en los últimos días a causa de las altas temperaturas.
En la ciudad de Houston, en el sureño estado de Texas, funcionan cuatro refinerías, una de ellas entre las más grandes del país.
Antes duraba menos tiempo
“En años anteriores una emergencia de calor normalmente duraba dos, tres, tal vez cuatro días como máximo. Lo diferente de este año es que desde el 14 de junio hemos tenido un calor excesivo, lo que significa que el índice de calor es de 108 grados fahrenheit (42 grados centígrados) o superior. Y nunca he visto en los últimos 20 años que se extienda más allá de una semana”, explica a la AFP el portavoz del Departamento de Salud de Houston, Porfirio Villarreal.
Según el funcionario, entre 4 y 10 personas mueren anualmente en esta ciudad, de 2.3 millones de habitantes, por una dolencia asociada con el exceso de calor.
Erandi Treviño, de 31 años, es directora de la Coalición de Comunidades para un Puerto Saludable (HPCC, en inglés), que agrupa entidades protectoras del ambiente y la salud en Houston. Vive al lado de un estacionamiento de camiones de transporte de carga, cuyas emisiones de gases entran a su casa y jardín. Participa también de EcoMadres y Moms Clean Air Force, de madres que velan por el medioambiente en sus comunidades.
Combinación de calor y contaminación
A menos de 10 km está el canal navegable del puerto de Houston, donde se concentra una importante actividad industrial y petroquímica del país. La combinación de calor y contaminación resquebraja su salud.
“Está afectando mi salud, no hay dudas. Porque el ozono [al ras de suelo] es algo a lo que soy particularmente sensible. Percibo cuándo hay un día de ozono antes de que se anuncie porque me quema la cara. Lo siento en mis fosas nasales”, explica.
“Es una sensación de ardor en los ojos al toser”, cuenta Treviño -también organizadora en la asociación defensora de cuestiones de interés público Public Citizen- desde su casa en el sureste de Houston. Mientras, al otro lado de su cerca se escucha el encendido de motores de camiones.
Su madre y sus sobrinas tienen reacciones físicas similares a las de ella por el ozono. Como una terapia y en apoyo a su activismo, levantó un vivero en su jardín.