El inversor inmobiliario Albert Sutton adquirió hace 14 años una paradisíaca isla cerca de Manhattan, en la que solo durmió una noche.
El sueño de millones de personas es pasar los días tumbado en la arena, con un coco entre las manos y los rayos del sol acariciando su rostro. Mejor todavía si el lugar es una isla privada, esas paradisíacas porciones de tierra a las que solo pueden acceder estrellas de Hollywood como Leonardo DiCaprio, Johnny Depp y Mel Gibson.
El inversor inmobiliario Albert Sutton debió tener una idea similar cuando hace catorce años pagó más de un millón de dólares por una isla privada. Pero a diferencia de esos actores famosos, no lo hizo en el Caribe ni el Pacífico. A la suya se puede viajar en bote a través de Long Island Sound y se encuentra a menos de una hora al norte de Manhattan, en Estados Unidos.
Pero mantener una isla no esa nada fácil, y menos aún barato. En total, el inversor lleva gastados más de 8 millones de dólares en renovaciones, paneles solares, una unidad de desalinización para agua potable y puertas importadas de metal grueso de Noruega a prueba de huracanes. Como dice Sutton, adquirir una isla no es como comprar un edificio.
No solo tuvo que invertir en la casa, donde además de cambiar las puertas también tuvo que hacerlo con las paredes y revestirlas de hormigón para que el agua no se filtre, también el paisajismo era un reto: “Planté unos arbustos que, con el agua salada, acabaron muriendo. Ahora tengo moras y cerezos”, contó. Y también optó por los mencionados paneles solares en el techo, que funcionan también en los días nublados y que alimentan a dos generadores de 50 kilovatios, recoge El Confidencial.
Así como lo plantea Sutton, finalmente vivir en una isla no parece nada idílico. “Las he puesto en venta por 13 millones”, reveló. “Gasté mucho dinero en ellas, comencé con este periplo cuando tenía 70 años y ahora tengo 85, ya no me siento tan aventurero. En 2015 compré la isla Pea, que está al lado y solo tiene árboles (y el doble de tamaño), así la persona que decida adquirirlas no tendrá que preocuparse de tener ningún vecino a la vista”, agregó. Y es que claro, una de las grandes ventajas de una isla es la privacidad, y si no que lo diga Leo DiCaprio y sus fiestas alejadas del mundanal ruido.
Pero lo más impactante de la historia de Sutton es que solo ha pasado una noche en la isla en los 14 años que lleva siendo de su propiedad. Otra persona habría gastado todo ese dinero en mejoras para su propia comodidad y apartarse, por fin, de todos y todo al menos una vez al año. Pero el inversor inmobiliario ni siquiera se lo planteó por un momento. “Nunca se me ocurrió que debería pasar más tiempo allí”, confesó. “Simplemente trabajaba e invertía en ella para convertirla en una isla hermosa por sí misma”, finalizó.
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