Francisco ofició el martes una misa para la floreciente comunidad católica de Emiratos Árabes Unidos al final de su histórica visita a la Península Arábiga. En la primera homilía papal en la región, el pontífice pidió a los fieles que sigan humildes ante Dios.
Un día después de hacer un amplio llamado a los líderes cristianos y musulmanes para que trabajen juntos en favor de la paz y contra la guerra, Francisco celebró la que algunos consideraron la mayor muestra pública de fe cristiana en la península, la cuna del islam.
En una región árabe donde las muestras públicas de creencias no islámicas están restringidas, la emisión de los himnos de “Aleluya” por los altavoces supuso un hito y una evidencia de las afirmaciones de Emiratos sobre su tolerancia a otras religiones.
Los vítores estallaron dentro y fuera del estadio Zayed Sports City a la llegada de Francisco, y lo acompañaron mientras cruzaba entre la multitud a bordo de su papamóvil entre cánticos de “Viva il Papa” y ”¡Te queremos!”. El portavoz del Vaticano, Alessandro Gisotti, dijo más tarde que a la misa asistieron en total 180.000 personas, incluyendo los 135.000 boletos que se repartieron para las gradas y la multitud que se congregó alrededor.
Según los organizadores, a la misa asistieron fieles de 100 países y unos 4.000 musulmanes en una muestra de la enorme diversidad existente entre los 9 millones de habitantes del país.
“Tenemos que decir que este es realmente un gran evento que nunca esperamos”, dijo Sumitha Pinto, natural de India pero que lleva unos 20 años viviendo en Emiratos. Asistió con su esposo y sus cuatro hijos. El más pequeño tenía un cartel con la imagen del pontífice que decía: “Bienvenido papa Francisco. Hazme un canal de tu paz”.
La comunidad católica en Emiratos es una suerte de anomalía en la región: es grande, diversa y floreciente en un momento en que en la mayoría de Oriente Medio hay un éxodo de cristianos que huyen de la persecución que ejercen el grupo extremista Estado Islámico y otros.
El papa dijo también a sus files, la mayoría de ellos pobres y con trabajos manuales, que no necesitan levantar grandes obras “sobrehumanas” para ser fieles. El mensaje ensalzaba la humildad en un país que cuenta con el rascacielos más alto del mundo y es conocido por su opulencia y exceso.
Jesús, apuntó el pontífice, “no nos pide que construyéramos grandes obras ni llamemos la atención hacia nosotros mismos con gestos extraordinarios. Nos pidió que produjéramos una única obra de arte, posible para todos: nuestra propia vida”.
La multitud estaba eufórica y apreció las palabras del argentino.
La homilía terminó en torno al mediodía y, alrededor de una hora más tarde, Francisco embarcó en un vuelo chárter de la aerolínea Etihad de regreso al Vaticano.