Se unieron como uno solo, más de 1.000 estudiantes de distintas escuelas y religiones de Christchurch juntaron sus voces el lunes para honrar a las 50 personas que fallecieron en una masacre que ha herido profundamente a la acogedora ciudad de Nueva Zelanda.
En un parque ubicado al otro lado de la mezquita Al Noor, donde decenas murieron a manos de un supremacista blanco, los estudiantes se sentaron sobre el pasto y levantaron velas encendidas hacia el cielo mientras cantaban una canción tradicional maorí.
Posteriormente, cientos de personas se pusieron de pie para realizar la apasionada y famosa danza ceremonial de los indígenas maoríes.
Para muchos, unirse a la vigilia por las víctimas de la masacre fue una oportunidad muy necesaria para calmar sus mentes tras días dolorosos.

La mayoría de los estudiantes pasaron horas encerrados en sus escuelas el viernes mientras la policía trataba de determinar si había más agresores involucrados en los ataques.
Los asistentes a la vigilia relataron historias desgarradoras de haber sido forzados a esconderse debajo de los escritorios de las aulas o detrás de la cortina de un escenario de la escuela. A otros les ordenaron no hablar y a orinar en una cubeta en lugar de correr el riesgo de abandonar el salón de clases para ir al baño.
La vigilia de los estudiantes fue un contraste notable y sanador de los desarrollos que hubo el lunes en relación con el tiroteo.
Una tienda de armas de fuego de Christchurch reconoció haber vendido armas por internet al supremacista blanco de 28 años acusado de haber llevado a cabo los tiroteos en dos mezquitas de la ciudad que han afectado la reputación de Nueva Zelanda como una de las naciones más tolerantes y seguras del mundo.