Ahora que la Casa Blanca ha contratado más abogados y asesores políticos, comienza a esclarecerse la estrategia ante las cuantiosas investigaciones sobre el presidente Donald Trump: atacar a los demócratas, cuestionar las pesquisas y tratar de cambiar el tema.
Con maniobras judiciales y retórica política, la Casa Blanca está tratando de minimizar su vulnerabilidad y de retratar al presidente como una víctima.
“Es una vergüenza, una vergüenza para nuestro país”, exclamó Trump en la Casa Blanca el martes, acusando a los demócratas de “acoso presidencial”.
Los presidentes estadounidenses están más acostumbrados a influir en los grandes temas nacionales e internacionales, por lo que es común que se irriten cuando se encuentran bajo investigación legislativa. La más reciente serie de solicitudes de información ha dejado a la Casa Blanca de Trump ya agobiada por los desafíos acumulados de las pesquisas y la campaña reeleccionista, en posición reactiva.
Si bien es verdad que Trump no es el primer presidente en molestarse por el rol supervisor que tiene el brazo legislativo, es inusual su perenne afán por retratarse como víctima y parece estar convirtiéndose en parte de su retórica de campaña.
Trump ha convertido sus quejas sobre la “cacería de brujas” en cosa de rutina en sus mítines, donde las multitudes le aplauden febrilmente.
Esa táctica parecía aflorar el martes cuando su hijo Eric, una de las 81 personas u organizaciones mencionadas por la Comisión de Asuntos Jurídicos de la Cámara de Representantes, calificó al Congreso de “incompetente”.
“Vamos a pelear con todo. Vamos a pelear cuando tengamos que pelear y vamos a cooperar cuando tengamos que cooperar, pero es obvio que están desesperados”, dijo Eric Trump a Fox News Radio.