En un intento por buscar una cura al alzhéimer, el neurocientífico Douglas Muñoz y su equipo de la Universidad de Queen, en Kingston, Canadá, inyectaron en el cerebro de monos la molécula beta amiloide, que provoca la enfermedad al matar células nerviosas. Sin embargo, el procedimiento recibió cuestionamientos éticos.
Hasta el momento, la investigación relativa al alzhéimer había sido realizada con ratas. Pero los monos tienen una estructura cerebral más parecida a la de los humanos, por lo que la creación de quimeras consistió en la edición de los genes del hipocampo del mono y en la inyección en su lugar de células madre humanas.
“La búsqueda de un mejor modelo animal para estimular enfermedades humanas ha sido un ‘santo grial’ para la investigación biomédica durante décadas”, afirmó el experto en células madre de la Universidad de Yale (EE.UU.) Alejandro De Los Ángeles.
En ese sentido, Muñoz expresó: “Para ser honesto, es éticamente aterrador”. Además, insistió en que le “asusta” el hecho de “manipular las funciones vitales” sin saber cómo actuar en caso de que algo salga mal.
Mientras algunos especialistas mostraron reparos éticos, otros avanzaron con la investigación. Científicos del Instituto de Zoología Kunming (China) implantaron genes humanos en los monos con lo que lograron mejorar su inteligencia.
Un mayor sufrimiento
Para De Los Ángeles, otro de los problemas de la creación de estas quimeras es el aumento de la capacidad de sufrimiento de los monos, a la vez que aseguró que “se desconoce” si ese procedimiento afectaría “la cognición o la emoción”. “Es un tema muy sensible desde el punto de vista ético”, sostuvo.
La posibilidad de que los animales sufran más también fue mencionada por Julia Baines, asesora de políticas científicas de la organización Personas por el Trato Ético a los Animales (PETA). Tras destacar que el alzhéimer es una “condición específica del ser humano”, aseguró que la “ingeniería genética” para la creación de quimeras no es “ética” y la vinculó con la “Frankenciencia”.
“Insertar genes humanos en el genoma de monos en un vano intento por ‘humanizarlos’ solo servirá para intensificar el sufrimiento animal”, siguió. En cambio, propuso “mayor financiamiento, desarrollo y uso de técnicas humanas” para investigar el alzhéimer que no estén “basados en la fantasía”.
En el mismo sentido, la neuróloga Judy Illes, de la Universidad de la Columbia Británica, afirmó que si la investigación científica lo requiere, se debe experimentar con humanos. “No necesitamos hacerlo con monos humanizados”, concluyó.