Con los medios de prensa a su favor y prestigiosas figuras apoyándola, la diputada Mariela Castro hija del ex presidente Raúl y sobrina del líder Fidel comenzó en 2018 una fuerte batalla para que en la reforma constitucional en curso se modificara un artículo de la Carta Magna que trababa el matrimonio homosexual.
Pero un debate popular convocado a finales de año como parte de la hoja de ruta para aprobación de la renovada Ley de leyes mostró el rechazo de muchos ciudadanos a las uniones gay; por lo que la legisladora y las autoridades constituyentes debieron dar un paso al costado dejando el espinoso tema para un futuro.
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Muchos cubanos sin creencias religiosas expresaron su rechazo al casamiento entre personas del mismo género, pero a la cabeza de la oposición estuvieron un grupo de iglesias evangélicas que con un activismo inusual están ahora yendo un poco más allá y liderando una campaña por un voto negativo a la Carta Magna en el referendo del próximo febrero, un desafío al gobierno que suele enorgullecerse de la unanimidad de sus procesos políticos.
“No puedo votar a favor de algo que va en contra de muchos de mis principios, es triste pero es una realidad”, dijo a The Associated Press la pastora Álida León, presidenta de la Liga Evangélica de Cuba, una de las iglesias de una decena que capitanean lo que llamaron la familia en su “diseño original”, es decir, la unión entre un hombre y una mujer.
En un país donde los partidos no tienen estatus legal y no se permite la propaganda, los evangélicos no están realizando estrictamente una campaña política, pero sí un proselitismo que se parece mucho a un cabildeo y que tendría impacto sobre el referéndum de la Constitución, previsto el 24 de febrero.
Según pastores y expertos consultados por AP, el universo religioso protestante involucra a un estimado de un millón de personas de los 11 millones de cubanos, aunque claramente no todos votarán por el “no” en el referendo.