Tras el paso de un tornado que devastó media La Habana a fines de enero un hombre se quejó en Twitter de que los funcionarios amenazaban con sacarlo de su finca pese a que es su resistencia. Una semana después anunció que el gobierno había cambiado de idea y lo ayudaría a reconstruir su casa.
Otro usuario reclamó asientos para familiares en las salas de espera de un hospital en la cuenta oficial recién abierta de un vicepresidente, al tiempo que un grupo de jóvenes lanzó la aplicación “Sube” para conectar a clientes con taxistas, en un país con serios déficits de transporte.
Cuba, que alguna vez fue una de las sociedades más desconectadas de internet del continente, está cambiando su escenario tecnológico rápidamente y en dos meses desde que se comenzó a ofrecer el servicio de datos móviles para los celulares, las transformaciones se perciben sutiles pero palpables.
“La vida ha cambiado. Incluso cuando vas caminando por la calle te das cuenta. El otro día estaba mirando desde el techo de mi casa y el vecino tenía datos, la del frente tenía datos y el de más allá. Eso no se veía antes”, dijo a The Associated Press Alberto Cabrera, un comunicador de 25 años que forma parte del equipo desarrollador de “Sube”, una aplicación por ahora experimental y sin fines de lucro.
“Estamos en un proceso de aprendizaje sobre cómo usar los datos”, indicó Claudia Cuevas, de 26 años, profesora universitaria y compañera de Cabrera. “Antes ibas al parque (las zonas Wi-Fi legales) una vez a la semana a comunicarte con la familia… Ahora, en cambio, buscas aplicaciones, Twitter, Instagram. Los estudiantes están haciendo grupos para las tareas. Es más participativo”, agregó.
A mediados de enero, en los primeros 40 días de acceso al servicio, 1,8 millón de cubanos -de una población de 11 millones- habían comprado paquetes de datos. Un reporte reciente indicó que unos 6,4 millones de residentes son usuarios de internet e igual cantidad de redes sociales.
La historia de Cuba con la tecnología no estuvo exenta de tensiones desde su apertura en los años 90. Cuba acusó a Estados Unidos bloquear su acceso a las fibras ópticas que rodean la isla, obligándola a contar con un servicio satelital caro y lento. Recién en 2011 tuvo acceso a un cable submarino tras una asociación con Venezuela.
Pero tardó hasta 2015 en habilitar el servicio a la población, en general mediante la apertura de puntos Wi-Fi en centenares de parques -una modalidad vigente pero menos popular que antaño- y el servicio hogareño sigue limitado.