El presidente de Irlanda Michael D. Higgins conocía el trabajo que realizaba Sally O’Neill Sanchez en Guatemala, por eso lamenta su fallecimiento por medio de la cuenta oficial de la Presidencia en la red social Twitter.
La carta dedicada a Sally se dice lo siguiente:
La noticia de la muerte de mi amiga Sally O´Neil Sánchez y tres de sus compañeros de trabajo me ha entristecido enormemente, ya que todos sabrán la notable labor de Sally para la respuesta humana y global a la pobreza.
Al unirse a Trócaire en 1978, se distanció durante cuatro décadas a través de su compromiso y su fe inquebrantable en la dignidad y la igualdad inherente de todos los seres humanos. Su trabajo la colocó en la primera línea durante algunos años en los trabajos humanitarios globales más importantes.
Haber conocido a Sally O´Neill Sánchez fue un privilegio. Tener que estar con ella en algunos de los lugares de conflicto, angustia y sufrimiento humano era ver el esplendor, la compasión y el amor ilimitado que aportaba a su compromiso con los pobres, los oprimidos y los desplazados.
Sus primeros trabajos en América Central fueron innovadores, ella si estuviera en vida continuaría comprometiéndose con todos los que sufren en El Salvador, Honduras y Guatemala.
El Presidente de Irlanda se mostró muy agradecido porque Sally formo parte del Panel de Alto Nivel por recibir el premio al “Servicio Distinguido a la Presidencia para los Irlandeses en el Extranjero”.
El accidente donde murieron 4 personas, ocurrió cuando una camioneta tipo agrícola cayó a un barranco de 300 metros de profundidad en el lugar conocido como puente los Calambres, Chiantla, ruta al mirador Juan Diéguez Olaverri, en Huehuetenango.
Las otras personas que fallecieron en el accidente
El piloto que falleció en el accidente fue identificado como Daniel Tuc Yool, quien era originario de Tecpán, Chimaltenango. Al parecer Tuc, era el conductor de confianza de distintas organizaciones de Derechos Humanos, sociales y campesinas.
La otra mujer que falleció en el accidente de tránsito fue Ana Paula Hernández, de 42 años de nacionalidad mexicana. Ella era la trabajadora oficial de programas para América Latina en el Fondo para los Derechos Humanos Mundiales.
Y la última persona reconocida como Ana Velásquez Ordóñez, de 22 años, Maya Mam, quien era miembro del Consejo Wuxhtaj de Huehuetenango, parte de la juventud del Pueblo Maya y estudiante de auditoria de la Universidad Mariano Galvéz.