La Cámara de Representantes de EE.UU. ha tomado la excepcional decisión de comenzar una investigación oficial de juicio político (en inglés ‘impeachment’) contra Donald Trump, un procedimiento constitucional que podría resultar en una histórica destitución del presidente estadounidense.
El inicio de los trámites fue anunciado tras reportes de que Trump habría retenido la ayuda financiera a Ucrania con el fin de presionar a Kiev para que reabra una investigación de corrupción que involucra al hijo de su rival político, Joe Biden.
La presidenta de la Cámara Baja, Nancy Pelosi, señaló que las acciones de la Presidencia de Trump han revelado “hechos deshonrosos de la traición del presidente a su juramento del cargo, la traición a la seguridad nacional y la integridad de las elecciones”.
El proceso, no obstante, es complicado, extenso y requiere de un amplio consenso tanto en la Cámara de Representantes como en el Senado del país, de mayoría republicana, cuyos miembros, en presencia de la Justicia estadounidense, tendrían la palabra final sobre el futuro del mandato de Trump.
Proceso de ‘impeachment’
El proceso de juicio político en EE.UU. es largo, y su conclusión no implica la destitución automática del acusado. La Constitución establece que el mandatario puede ser separado de su cargo “al ser acusado y declarado culpable de traición, cohecho u otros delitos y faltas graves”.
Para llevar a cabo el ‘impeachment’, se deben seguir los siguientes pasos:
- Cualquier miembro de la Cámara de Representantes puede presentar una resolución, con los artículos (cada uno es una acusación) que considere pertinentes, pidiendo la destitución del mandatario.
- La Cámara de Representantes evalúa la resolución y esos artículos y pueden aprobar la destitución con mayoría simple (51 % de los legisladores).
- Aprobado en la Cámara Baja, el proceso pasa al Senado. En esta instancia es donde se llevará a cabo el juicio formal contra el mandatario, pero bajo la presidencia del Tribunal Supremo. Miembros de la Cámara de Representantes actúan como fiscales y los del Senado como jurado.
- Posteriormente, los senadores votan. En el Senado, se necesita el voto de dos tercios (67 de ellos) para condenar al mandatario por cualquier motivo.
- En caso de condena, queda en la Presidencia el vicepresidente.
De acuerdo a ese proceso, Trump tiene ventaja en el Senado, donde quizás no avanzaría el proceso en su contra, puesto que la composición actual de esta cámara del Congreso es de 53 senadores republicanos, 45 demócratas y 2 independientes; es decir, se necesitarían unos 20 votos de su partido para destituirlo.
¿Qué otros presidentes de EE.UU. han enfrentado juicio político?
La Cámara de Representantes ha evaluado en pleno artículos de juicio político contra tres presidentes estadounidenses hasta la fecha, aunque solo dos mandatarios fueron sometidos al ‘impeachment’. El primero fue Andrew Johnson, quien gobernó de 1865 a 1869; y el segundo, y también demócrata, Bill Clinton (1993-2001).
Andrew fue procesado luego de destituir a su ministro de Guerra, Edwin Stanton, quien se oponía a sus políticas, y fue acusado en la Cámara de Representantes por violar la Ley de Posesión de Gobierno al expulsar a ese secretario y denunciar que el Congreso no era apto para legislar sin los estados del sur. El entonces presidente se libró de la destitución por un solo voto en el Senado.
Entretanto, Clinton fue sometido a esta instancia acusado de perjurio y obstrucción a la justicia, tras mentir sobre su relación con la pasante Mónica Lewinsky y, presuntamente, pedirle a ella que mintiera. Aunque el juicio prosperó en la Cámara Baja, no tuvo el mismo éxito en el Senado, donde apenas 45 votaron a favor de destituirlo por el primer cargo y 50 por el segundo, números bastante alejados de los 67 requeridos.
La investigación de ‘impeachment’ también fue iniciada contra el mandatario republicano Richard Nixon (1969-1974), aunque no trascendió al Senado. Este, no obstante, ha sido el único proceso de juicio político que ha resultado en la salida de un presidente estadounidense, que en el caso de Nixon correspondió también a la primera y única renuncia de este cargo.
Nixon dimitió a causa del monumental escándalo del Watergate, que estalló en 1972 después de que varios partidarios del entonces presidente irrumpieran en las oficinas del Comité Nacional Demócrata y robaran documentos pertenecientes al partido. El mandatario fue culpado de encubrir a los responsables.