Banco Base calculó que un arancel de 5% podría restar 2,85 puntos porcentuales al crecimiento de las exportaciones de México, aunque señaló que esa situación podría ser compensada mediante un peso más débil.
Esos aranceles “podrían propiciar una recesión en México”, interrumpir las cadenas regionales de suministro y minar la confianza de los inversionistas, escribió en un informe el economista Gregory Daco, de Oxford Economics.
Coutiño dijo que México podría adoptar represalias similares, lo que desataría una guerra de aranceles.
Una segunda opción, “menos agresiva pero quizá más efectiva, sería permitir una depreciación del peso hasta un nivel donde los aranceles quedarían neutralizados”, apuntó.
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López Obrador apostaba al diálogo, al parecer convencido de que Trump sólo necesitaba ser informado de todo lo que México está haciendo para frenar la migración ilegal. Para ese fin envió al secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, a Washington.
“Estamos cumpliendo con nuestra responsabilidad en política migratoria”, declaró López Orador sin comprometerse a adoptar más medidas para contener el flujo de migrantes, principalmente centroamericanos, que cruzan territorio mexicano para llegar a la frontera de Estados Unidos.
México ya ha puesto en marcha políticas y medidas que parecen dirigidas a desalentar y dificultar aún más la migración irregular.
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El mes pasado, las autoridades mexicanas realizaron un operativo contra la caravana migrante más reciente en el estado sureño de Chiapas, en el que arrestaron a centenares de personas y prácticamente la desmantelaron. Desde entonces ya no ha habido grandes caravanas, y muchos migrantes dicen ahora que tienen miedo de viajar en grandes grupos.
México también ha deportado a miles de migrantes y decepcionado a miles más que esperan indefinidamente la entrega de permisos para viajar legalmente por suelo mexicano.
“Tenemos que ayudar para que no ingresen de manera ilegal a Estados Unidos, pero también lo tenemos que hacer respetando los derechos humanos”, dijo López Obrador, que ha propuesto un enfoque más integral y de largo plazo centrado en mejorar la seguridad e impulsar el desarrollo y las oportunidades económicas en las zonas de origen de los migrantes. “Nada de autoritarismo; son seres humanos”.
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López Obrador ha buscado en Estados Unidos y otras naciones apoyo a un programa tipo Plan Marshall para el sur de México y el Triángulo Norte, conformado por Guatemala, Honduras y El Salvador.
Sin embargo, las soluciones de mediano y largo plazos propuestas por López Obrador para el asunto migratorio al parecer chocan con las ventajas políticas que Trump busca entre su base conservadora en un ciclo electoral.
Trump reanudó vía Twitter sus quejas con su aseveración de que “México ha sacado ventaja de Estados unidos durante décadas. Debido a los demócratas, nuestras leyes de migración son malas. México hace una fortuna con Estados Unidos, lo ha hecho por décadas, ellos pueden solucionar fácilmente este problema. Es hora de que finalmente hagan lo que se debe hacer”.
México puede continuar dificultando el paso a los migrantes que cruzan su territorio rumbo a Estados Unidos, aunque con seguridad los traficantes que han utilizado esas rutas por mucho tiempo saldrán beneficiados porque podrán cobrar más. Quizá sea imposible para México sellar su porosa frontera con Guatemala porque carece de suficiente infraestructura para patrullar toda una zona limítrofe que incluye un río que atraviesa una densa jungla.
Trump lanzó su amenaza el mismo día que México anunció que comenzaría el proceso de ratificación del T-MEC y menos de dos semanas después de que el país negoció eficazmente el levantamiento de los aranceles estadounidenses al acero y el aluminio que constituían un obstáculo para la aprobación definitiva del acuerdo comercial.
Cuando le preguntaron por qué México simplemente no dejaba el diálogo y presentaba una queja ante un organismo internacional de comercio, López Obrador señaló que no se trataba de nada más de un asunto legal: “Queremos tener una buena relación con el gobierno de los Estados Unidos”.
Smith Ramos señaló que “no hay justificación legal que Estados Unidos pueda esgrimir para justificar un aumento de los aranceles”, y agregó que “es probable que México tenga la misma respuesta en términos de una represalia inmediata, como hicimos antes en el gobierno respecto del acero y el aluminio”.
Describió la nueva coyuntura como un posible revés para el T-MEC, aunque advirtió que resta ver si la amenaza de los aranceles termina concretándose y de qué manera.
“Ustedes vieron ayer la buena noticia del arranque del proceso de ratificación en México, y después para la noche, estábamos de nuevo en el mismo punto inicial e incluso en terreno negativo”, señaló Smith Ramos. “Digo, simplemente fue de locura”