La decisión de almacenar armas en la instalación en Tajoura, en el este de Trípoli, pudo haber sido el objetivo del autonombrado Ejército Nacional Libio, que está en guerra con una serie de milicias aliadas con un débil gobierno reconocido por la ONU en la capital.
El gobierno de Trípoli culpó del ataque del miércoles, donde murieron al menos 44 migrantes y 130 más resultaron heridos, al ENL y sus partidarios extranjeros. El ENL, dirigido por el capitán general Khalifa Hifter, dijo que tenían en la mira un cercano puesto miliciano, pero niega haber atacado el centro donde eran detenidos los migrantes.
Hifter, cuyas fuerzas controlan gran parte del oriente y sur de Libia, recibió apoyo de Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudí y Rusia.
Mientras tanto, la ONU y grupos humanitarios en parte culparon de la tragedia a la política de la Unión Europea de asociarse con milicias libias para evitar que migrantes crucen el mar Mediterráneo para buscar una mejor vida en Europa. Los opositores de la política dicen que deja a los migrantes a merced de los traficantes despiadados o confinados en centros de detención cerca del frente que con frecuencia carecen de agua y alimentos adecuados.
Los peligros a los que se enfrentan los migrantes desesperados fueron evidenciados el jueves cuando la agencia de migración de la ONU reportó que un barco con 86 migrantes proveniente de Libia se hundió durante la noche en el Mediterráneo y sólo tres personas estaban confirmadas como sobrevivientes.
Alrededor de 6.000 migrantes, la mayoría de otras partes de África, son detenidos en centros de detención en Libia después de ser interceptados por la guardia costera financiada por la UE. En Tajoura, cientos de migrantes son detenidos en varios hangares junto a lo que parece ser un escondite de armas.